La presidenta Claudia Sheinbaum ha hablado sobre la propuesta del Paquete Económico 2026, y con ello, sobre una ruta clara de cómo quiere conducir la economía del país: sin nuevos impuestos, con disciplina y sobre todo, con una visión humanista. No se trata sólo de números o balances, sino de entender que el dinero público, del pueblo, debe servir para fortalecer derechos, cerrar brechas y garantizar el bienestar de todas y todos.
El gobierno federal proyecta un crecimiento de 1.5% del PIB y más de 5 billones de pesos recaudados en lo que va del año, pero lo más importante no está en la cifra, sino en el enfoque; los pilares de este paquete son salud, el Plan México, simplificación, digitalización y cumplimiento. En ellos se refleja una idea clara y contundente: el desarrollo no puede construirse sobre privilegios, evasión o corrupción, sino sobre un sistema justo donde todas y todos aportemos en función de nuestras posibilidades, y que aquellos que han aprovechado ciertos mecanismos a su favor, hoy encuentren la justicia.
Al eliminar la posibilidad de que los bancos obtengan “beneficios” por cada una de las aportaciones que hacen al Fobaproa, la Presidenta también envía un mensaje simbólico: los tiempos en que el dinero público servía para rescatar a unos cuantos han quedado atrás. Hoy, se busca un equilibrio entre responsabilidad fiscal y justicia social.
Sin embargo, este anuncio también nos invita a mirar hacia Querétaro. ¿Está nuestro estado listo para seguir una estrategia similar? La respuesta no es sencilla. Venimos de años de estabilidad económica, sí, pero también de proyectos inconclusos o transexenales, y de una deuda “para obra” que aún pesa en las finanzas estatales (y aún querían otra para “purificar aguas negras”); mientras el gobierno federal apuesta por la digitalización y la eficiencia en la recaudación, en Querétaro seguimos con una estructura que parece más preocupada por la apariencia que por la transformación de fondo.
La pregunta de fondo es si en el estado se asumirá esta nueva visión o continuará con el modelo tradicional, centrado en grandes obras y poca planeación social, porque si algo deja claro la propuesta de la doctora Sheinbaum, es que el desarrollo no puede medirse sólo por el crecimiento económico, sino por la capacidad de un gobierno para hacer que ese crecimiento llegue a las personas.
El Humanismo Mexicano, principio que inspira este paquete fiscal, propone cambiar la mentalidad: ver la economía como un medio, no como un fin; y eso debería ser una guía también para Querétaro. Es momento de repensar la relación entre gobierno, recursos y ciudadanía. El país está entrando en una nueva etapa de equilibrio y honestidad y los estados que no se adapten a esta visión podrían quedarse rezagados, no sólo en recursos, sino en confianza social.
Hoy Querétaro tiene la oportunidad de sumarse a esta nueva forma de gobernar, que ponga a las personas en prioridad, en lugar del dinero. En tiempos de transformación, la mayor deuda que un gobierno puede tener con su gente no es la económica, sino la de no estar a la altura del cambio… De una Trasformación.