Andrea Tovar

¿Hacer política en medio de una crisis?

La política, como la empatía, también se mide en silencios oportunos, en gestos solidarios...

En política hay un dicho muy interesante: “no existen las casualidades, solo causalidades”, y tal parece que se cumplió nuevamente. Cuando el país atraviesa una de las emergencias más severas de los últimos años, los momentos elegidos para actuar (o para mostrarse) dicen mucho más que cualquier discurso. Esta semana, la presidenta Claudia Sheinbaum cuestionó el relanzamiento del Partido Acción Nacional (PAN) “en medio de una crisis”. Y aunque algunos lo tomaron como un ataque político, en el fondo la reflexión es mucho más profunda.

¿Qué tan conectados están nuestros partidos con la realidad que vive la gente? Las lluvias recientes han dejado miles de familias afectadas, comunidades enteras incomunicadas y viviendas dañadas, incluso en Querétaro. Es fácil hablar de desarrollo, pero basta con recorrer algunas colonias de la capital para entender que la infraestructura no siempre resiste el peso del progreso. Cuando el agua entra a las casas (desde sus propias coladeras) y los negocios se pierden en minutos, la gente no piensa en colores partidistas: piensa en quién está ahí para ayudar. Por eso, la política que solo mira el calendario electoral pierde sentido frente a la urgencia social. Y no se trata de callar la crítica, sino de elegir el momento correcto para hacerla. Porque cada palabra dicha en medio del dolor puede ser percibida como indiferencia… o como empatía. Depende del tono, del mensaje y del propósito.

Desde la izquierda, creemos que el poder debe ser herramienta de servicio, no escenario de protagonismo. Hoy México necesita una política que acompañe, no que aproveche; que escuche más y prometa menos. En Querétaro, donde los contrastes entre crecimiento y vulnerabilidad se hacen cada vez más evidentes, es tiempo de poner a la ciudadanía al centro, no al cálculo político. Los desastres naturales nos ponen frente al espejo: nos recuerdan que la verdadera oposición no es contra un gobierno, sino contra la indiferencia. Y ahí todos tenemos responsabilidad.

Tal vez la lección de esta semana sea esa: que la política, como la empatía, también se mide en silencios oportunos, en gestos solidarios y en la capacidad de estar presentes cuando nadie está mirando. Porque al final, la gente no recordará quién habló más fuerte… sino quién estuvo cuando más se necesitaba.

Hablar de la “refundación” de un instituto político no está mal, modificar sus estatutos, sus pensamientos, sus ideologías o hasta sus estrategias es correcto. Es lo normal. Pero hacerlo en medio de una crisis en la que incluso los funcionarios de su propio “refundado” partido se encuentran cooperando o coordinándose es hablar desde el privilegio. “No todo tiene que hablar de ti”, dice otro dicho; ojalá lo escuchen quienes se sienten oposición.

Patria, Familia y Libertad para quienes lo perdieron todo es el “nuevo” escudo para quienes se pusieron en “Acción”, pero ¿Hablan de la patria que saquearon durante casi un siglo? ¿Hablan de todas las familias o solamente de las “tradicionales”? ¿Hablan de la libertad de decidir, de pensar o de opinar?

Los problemas que hoy enfrenta nuestra presidenta y todos los que formamos parte del movimiento, son aquellos que han venido construyendo los mismos que nos saquearon, hablen de patria, familia o libertad, parece burla. Sobre todo, en el contexto de emergencia que viven nuestras familias, en esta patria donde ellos coartaron las libertades.

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