El episodio que vivió nuestra presidenta Claudia Sheinbaum no es sólo un “escándalo” mediático; es un espejo donde México se reconoce en sus peores hábitos: el machismo, la misoginia y la normalización de la violencia contra las mujeres, sin omitir el hecho de invisibilizar su gravedad. El video del acoso, difundido masivamente y confirmado por la propia mandataria, derivó en la detención del agresor y en la denuncia formal ante la Fiscalía, pero el acto tiene una trascendencia más importante, revela fallas estructurales en protocolos, prevención y conciencia colectiva.

Nosotros, en Querétaro, hemos trabajado desde hace ya algunos años en diversas reformas, la más reciente fue este año, en el que los 25 Diputados que integramos la Legislatura aprobamos la llamada “Ley Valeria”, que tipifica el acecho como delito, además, incorpora órdenes de protección inmediatas y contempla acompañamiento psicosocial y jurídico. Es una decisión política concreta que reconoce la experiencia de las víctimas y dota a las instituciones de herramientas para intervenir antes de que la violencia escale.

Vivimos en una entidad que ya tipificó el acecho, a nivel nacional ya se encuentra vigente la “Ley Olimpia”, pero me surgen dudas: ¿Por qué esperar a que la violencia se vuelva viral para promover una ley? ¿Por qué las víctimas de a pie, sin cámaras, deben aguardar el ritmo lento, la parálisis legislativa o la “discusión entre hombres” para obtener protección? ¿Por qué esperar a que personas como nuestra Presidenta, con mucha más exposición, tengan que sufrir estos tipos de violencia?

Uno de los principios del derecho es su progresividad, nuestra constitución garantiza el respeto a los derechos de todas las personas; sin embargo, las mujeres tenemos que seguir peleando espacios, derechos o posiciones para que se nos respete. Las mujeres seguimos siendo violentadas o acosadas (o cosas peores) y las autoridades siguen sin cuidarnos, los machos siguen agrediendo y nuestra voz sigue sin ser escuchada. Hasta que es demasiado tarde.

La Ley Valeria y la Ley Olimpia sirven como ejemplo de lo que una mujer “tiene que vivir” a causa de una sociedad que insiste en invisibilizarnos. Que la Presidenta denuncie el acoso debe impulsar algo más que titulares, debe unir las voces de todas las personas (no sólo las mujeres), por la defensa y protección de quienes históricamente hemos sufrido desigualdades.

¿Notaron que incluso se victimiza a nuestra Presidenta por “montar” un acoso? ¿Quién quiere ser “tocada” sin su consentimiento como estrategia digital? Y peor aun, ¿quién planea el acoso de una mujer como estrategia política?

No se trata sólo de proteger a una figura pública, se trata de reconocer que, si una Presidenta puede ser víctima en plena luz del día, cualquier mujer está en riesgo. Desde Querétaro, desde la Legislatura, las diputadas hemos alzado la voz y estamos con nuestra Presidenta. EL ACOSO NO ES ESTRATEGIA, LAS VIOLENCIAS NO DEBEN IGNORARSE.

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