Andrea Tovar

Disfraz de mártir

Salinas Pliego utiliza el recurso clásico del millonario “poderoso” que se disfraza de perseguido para despertar simpatía y desviar la atención de lo esencial

En política las palabras pueden ser muy peligrosas cuando un magnate como Ricardo Salinas Pliego intenta convertir la ley en un ataque personal, nos quiere ver la cara, lo que realmente está haciendo es manipular la percepción colectiva. Hoy, frente a las investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y el anuncio del secretario Omar García Harfuch en la mañanera, debemos preguntarnos: Realmente ¿quién persigue a quién?

Salinas Pliego quiere instalar en la mente de la ciudadanía la idea de que es víctima, utiliza el recurso clásico del millonario “poderoso” que se disfraza de perseguido para despertar simpatía y desviar la atención de lo esencial: las irregularidades detectadas en sus empresas.

Una de las personas más ricas de México, que ha obtenido su dinero a costa del pueblo trabajador que, con base en sus necesidades, se aprovecha y cobra intereses estratosféricos para seguirse haciendo más rico.

Este es un ejemplo claro de cómo el exceso, los lujos y el poder adquisitivo no son sinónimo de legalidad, honorabilidad o confianza ¿Qué se puede esperar de quien se despierta una mañana, con ganas de desayunar en Grecia y volar en su avión privado por puro placer? ...recordemos que lo hace con el dinero que ha cobrado ilegalmente a cada persona que lucha día a día. No se trata de persecución, se trata de justicia. No es un ataque, es un acto de transparencia.

Cuando García Harfuch expone que los casinos vinculados a Grupo Salinas están bajo investigación por presunto lavado de dinero, no habla desde la “venganza” o persecución, sino desde la evidencia. Y cuando nuestra presidenta, Claudia Sheinbaum, respalda que nadie está por encima de la ley, está enviando un mensaje poderoso: México está cambiando, y los privilegios de unos cuantos ya no son intocables.

Salinas Pliego no es un mártir, es un empresario que debe rendir cuentas. Su narrativa de victimización es un intento de manipular, pero la ciudadanía ya no compra ese guion. Imaginemos un México donde los grandes empresarios cumplen con sus obligaciones fiscales, donde la ley se aplica sin excepciones, donde el poder económico no dicta las reglas del juego. Ese México es posible, y cada acción de la UIF y del gabinete de seguridad nos acerca a él.

¿Recuerdan que hace poco se hablaba sobre la reforma en materia de amparo? Tanto se criticaba pero este millonario es el claro ejemplo de la injusticia. No se trata de perseguir a nadie, se trata de liberar a México de la impunidad. Y esa diferencia es crucial. Porque mientras Salinas intenta sembrar miedo, nosotros sembramos confianza. Mientras él habla de persecución, nosotros hablamos de justicia.

Pensemos en las familias que pagan impuestos puntualmente, en los jóvenes que sueñan con un país más justo, en las mujeres que exigen transparencia y equidad. ¿Cómo explicarles que un magnate puede evadir responsabilidades mientras ellos cumplen con cada obligación? Esa indignación es legítima, él no paga impuestos y ¿Se hace más rico?

Hoy, respaldo a Harfuch y a la doctora Sheinbaum porque representan un nuevo paradigma: el de un Estado que no se arrodilla ante el poder económico. El mensaje es claro: la ley no es persecución, la ley es justicia.

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