Esta semana, mientras el Congreso de la Unión discute la reforma en materia de telecomunicaciones en periodo extraordinario, no podemos dejar de pensar en “doña Mari”, quien me comentó hace unos días que su nieto no puede tomar clases en línea porque el internet en El Tránsito “se corta cada rato”. Su historia no es única; es el reflejo de una realidad que viven miles de familias queretanas.

La reforma que se debate en el Congreso no es sólo sobre empresas telefónicas o regulaciones técnicas, es sobre el futuro de nuestras familias. En la capital de Querétaro, tenemos una paradoja: somos una ciudad que presume de ser moderna y próspera, pero aún hay colonias o localidades donde conseguir internet de calidad es un lujo, aún cuando estamos hablado de Derechos Humanos.

¿Te has preguntado por qué hablar de un plan en donde se pone en orden únicamente las zonas más visibles de la ciudad, pero no ponen en orden los servicios básicos de las comunidades y colonias más alejadas? La respuesta está en que parece que siguen pensando en que hay habitantes de primera o de segunda. Derechos humanos para los de primera y mínima cantidad de derechos para los de segunda.

Durante mis recorridos por el distrito, por el municipio, he visto de cerca cómo la brecha digital afecta a nuestros ciudadanos. Los estudiantes que tienen que caminar hasta el centro comercial para usar wifi gratuito y hacer sus tareas. Los pequeños comerciantes que no pueden vender en línea porque su conexión falla por no estar cerca del “centro de la ciudad”. Las madres trabajadoras que pierden oportunidades laborales porque el home office requiere una estabilidad de internet que su colonia no puede garantizar. Esto no es solo un problema técnico; es un problema de justicia social. Cuando una familia no tiene acceso a internet de calidad, sus hijos quedan en desventaja educativa. Cuando un pequeño negocio no puede digitalizarse, pierde competitividad. Cuando una colonia está desconectada, se queda atrás en el desarrollo.

Las decisiones que se tomen a nivel federal en esta reforma impactarán directamente en las posibilidades que tendrán los gobiernos municipales para garantizar acceso equitativo a las telecomunicaciones. Como legisladora, he defendido que cualquier marco regulatorio debe considerar las necesidades específicas de ciudades como nuestra capital que cuenta también con localidades muy alejadas, con problemas de conexión (tanto digital como social), con poca o nula movilidad social por falta de oportunidades (por ejemplo, ¿cuántos compramos el periódico para buscar trabajos?).

Si quieren seguir gobernando, es importante pensar en todas y todos, no solo en sus bolsillos, Santiago de Querétaro necesita liderazgos que entiendan que la conectividad digital no es un tema secundario, sino una herramienta fundamental para el desarrollo económico, educativo y social.

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