Andrea Tovar

Opinión. Claudia Sheinbaum llevó a México a la altura de los grandes

Demostró, en el G7, que México tiene mucho que aportar al mundo

Foto: Facebook Claudia Sheinbaum Pardo

La presencia de la doctora Claudia Sheinbaum en la cumbre del G7 marcó un momento histórico para México, pues se trata de un foro dominado por las potencias económicas mundiales y nuestra presidenta no sólo asistió como invitada especial, sino que llevó consigo la dignidad y valores de 130 millones de mexicanos.

En una mesa con muy pocas mujeres pero con mucho poder, donde las mujeres “escasean” pero que se caracterizan por levantar la voz y hablar tan fuerte que hace que retumben las naciones. Nuestra Presidenta destacó por su presencia firme, mensaje claro, temple y orgullo; representó a las mujeres en una mesa llena de hombres “líderes” y eso hace más valiosa la participación.

La doctora Sheinbaum llegó a Canadá con una premisa fundamental: “Cuando la presidenta va a reuniones internacionales, vamos todos juntos”. Su agenda se centró en temas cruciales para México: migración digna, cooperación económica regional y desarrollo sostenible. Frente a líderes como Donald Trump (quien justificó su “retirada”), Emmanuel Macron y Mark Carney (anfitrión canadiense), nuestra mandataria mantuvo la línea diplomática mexicana con elegancia y firmeza.

 México regresa del G7 con la frente en alto. Sheinbaum no sólo representó dignamente al país, sino que posicionó a México como un actor relevante en las discusiones globales sobre economía, clima y cooperación internacional, Su participación envía un mensaje claro: México no es sólo el vecino del sur de Estados Unidos, sino una nación con propuestas propias y soluciones innovadoras para los desafíos globales.

 La presidenta Sheinbaum demostró que México tiene mucho que aportar al mundo, y el mundo tiene mucho que ganar escuchando nuestra voz. Si bien es cierto que la situación actual a nivel global es complicada, nuestra nación se encuentra por buen rumbo, ya que tenemos una economía sólida, una sociedad unida, un ímpetu único y sobre todo, una política interna que prioriza el bienestar del pueblo por sobre los intereses de las élites que buscan ejercer presión y quieren gobernar con el miedo.

 Es claro que el objetivo de nuestra presidenta será siempre el diálogo, la mediación o la solución pacífica y democrática de los conflictos, sin embargo, eso no quiere decir que nuestro país será sumiso y obediente con Estados Unidos, ni los aranceles, ni las invasiones, ni las “ocurrencias” de un mandatario (todo junto) han podido, ni podrán, doblegar a una mujer que tiene un objetivo claro: llevar a México a convertirse en una potencia.

 Y por si fuera poco, haber asistido a una cumbre de tal importancia internacional no la hizo olvidar a su gente, llegó a la conferencia del pueblo y dirigió la estrategia para enfrentar los posibles desastres naturales que enfrentaremos. No cabe duda que la grandeza y la humildad están presentes y muy cimentados.

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