La presencia de la doctora Claudia Sheinbaum en la cumbre del G7 marcó un momento histórico para México, pues se trata de un foro dominado por las potencias económicas mundiales y nuestra presidenta no sólo asistió como invitada especial, sino que llevó consigo la dignidad y valores de 130 millones de mexicanos.

En una mesa con muy pocas mujeres pero con mucho poder, donde las mujeres “escasean” pero que se caracterizan por levantar la voz y hablar tan fuerte que hace que retumben las naciones. Nuestra Presidenta destacó por su presencia firme, mensaje claro, temple y orgullo; representó a las mujeres en una mesa llena de hombres “líderes” y eso hace más valiosa la participación.

La doctora Sheinbaum llegó a Canadá con una premisa fundamental: “Cuando la presidenta va a reuniones internacionales, vamos todos juntos”. Su agenda se centró en temas cruciales para México: migración digna, cooperación económica regional y desarrollo sostenible. Frente a líderes como Donald Trump (quien justificó su “retirada”), Emmanuel Macron y Mark Carney (anfitrión canadiense), nuestra mandataria mantuvo la línea diplomática mexicana con elegancia y firmeza.

México regresa del G7 con la frente en alto. Sheinbaum no sólo representó dignamente al país, sino que posicionó a México como un actor relevante en las discusiones globales sobre economía, clima y cooperación internacional, Su participación envía un mensaje claro: México no es sólo el vecino del sur de Estados Unidos, sino una nación con propuestas propias y soluciones innovadoras para los desafíos globales.

La presidenta Sheinbaum demostró que México tiene mucho que aportar al mundo, y el mundo tiene mucho que ganar escuchando nuestra voz. Si bien es cierto que la situación actual a nivel global es complicada, nuestra nación se encuentra por buen rumbo, ya que tenemos una economía sólida, una sociedad unida, un ímpetu único y sobre todo, una política interna que prioriza el bienestar del pueblo por sobre los intereses de las élites que buscan ejercer presión y quieren gobernar con el miedo.

Es claro que el objetivo de nuestra presidenta será siempre el diálogo, la mediación o la solución pacífica y democrática de los conflictos, sin embargo, eso no quiere decir que nuestro país será sumiso y obediente con Estados Unidos, ni los aranceles, ni las invasiones, ni las “ocurrencias” de un mandatario (todo junto) han podido, ni podrán, doblegar a una mujer que tiene un objetivo claro: llevar a México a convertirse en una potencia.

Y por si fuera poco, haber asistido a una cumbre de tal importancia internacional no la hizo olvidar a su gente, llegó a la conferencia del pueblo y dirigió la estrategia para enfrentar los posibles desastres naturales que enfrentaremos. No cabe duda que la grandeza y la humildad están presentes y muy cimentados.

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