Hemos comentado que lo único que permanece es el cambio y es el requisito para evolucionar y transformarnos, no hay de otra. La vida no siempre sigue el guion que imaginamos. A veces, cambia de dirección sin previo aviso, nos pone a prueba, nos mueve el piso… y ahí, justo ahí, es donde surge una de nuestras mayores fortalezas: la capacidad de adaptarnos sin perder nuestra esencia.

Adaptarse no es rendirse. Es aprender a bailar con los nuevos ritmos de la vida, aunque la melodía sea distinta a la esperada. Es mirar de frente al desafío, sacudirse el polvo y seguir, con el corazón intacto y la mente abierta.

Las personas que florecen en medio de la incertidumbre no son las que nunca caen, sino las que aprenden a levantarse con más sabiduría cada vez. Son quienes transforman los tropiezos en lecciones, y las lecciones en impulso.

Quien se adapta no renuncia a sus sueños: renueva sus estrategias, ajusta sus pasos, y sigue caminando con la mirada fija en lo importante. Porque entiende que cada contratiempo puede ser una puerta disfrazada, y cada obstáculo una oportunidad para crecer.

La vida premia a quienes no se aferran a cómo deberían ser las cosas, a quienes son capaces de evolucionar con lo que es, sin perder la fe, sin perderse a sí mismos.

Ahora bien en la otra dimensión igual debemos señalar que las organizaciones tienen el compromiso de incorporar e inducir la adaptación como un valor dentro de su cultura organizacional, y desarrollar la capacidad de adaptación, mediante el ejercicio de búsqueda de nuevas soluciones, impulsando la creatividad y la innovación, en este sentido los grupos de trabajo son precisamente el medio propicio para desarrollar esa capacidad de adaptación deseada, aceptando la nueva realidad, explorando, analizando investigando y probando nuevas formas y modelos de relación con todas las partes denominadas stakeholders, clientes, empleados, accionistas, proveedores, considerando que todos formamos parte de un ecosistema que interactúamos dinámicamente cambiando las reglas y cuestionando y/o validando permanentemente nuestras creencias, es la única forma de evolucionar y transformar nuestro modus vivendi saliendo de nuestra área de confort. Recordemos que una ventaja competitiva en los negocios es la velocidad de responder ante los cambios de nuestro entorno.

Tú eliges si el cambio será un enemigo… o el inicio de tu próxima gran versión. Reconocimiento al coautor de este artículo a nuestro compañero y colega Sergio Uribe.

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