El pasado día 10, el Comité Noruego del Nobel seleccionó a la ganadora del Premio Nobel de la Paz 2025, la venezolana María Corina Machado Parisca, por “promover los derechos democráticos del pueblo de Venezuela” y por su “lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia” en su país.

De inmediato, las reacciones de todo tipo, favorables y desfavorables, se desataron en el mundo político, de la academia y de los medios de comunicación.

Desde luego, todo el espectro de la izquierda, desde la democrática a la radical, condenaron por unanimidad el otorgamiento del Nobel de la Paz a la ingeniero industrial venezolana, con el pretexto de que encabeza un “intento de golpe de estado” contra el gobierno espurio de Nicolás Maduro.

Este sector, la izquierda, ignora bonitamente todos los crímenes del sucesor de Hugo Chávez; desde la simbiosis del gobierno venezolano con los principales cárteles de la droga de ese país, pasando por el escandaloso fraude electoral en las elecciones presidenciales del 28 de julio del año pasado; hasta los crímenes de lesa humanidad cometidos por autoridades estatales, miembros de las fuerzas armadas, por fuerzas de seguridad del Estado, así como por autoridades civiles e individuos progubernamentales denominados “colectivos”, en contra de ciudadanos venezolanos que protestaron en 2014 contra la crisis económica, la alta inflación, la falta de alimentos y otros “logros” de la denominada revolución bolivariana.

Destaca el talante estalinista de quienes defienden a Maduro, toda vez que en nuestro país han condenado a algunas universidades, entre ellas la UNAM, que simplemente informaron la noticia del otorgamiento del Premio Nobel de este año. Para este sector sólo existe una realidad, la de ellos. Ni siquiera la presidente ha felicitado a Machado por sus compromisos ideológicos con el régimen dictatorial venezolano. Que entre 8 y 10 millones de ciudadanos hayan tenido que huir de su país tampoco les significa nada.

Pero también destaca la condena del otro extremo del universo político, actualmente alineado con Donald Trump, empezando por éste mismo, quien se ha considerado con mayores méritos para obtener el Premio, en especial por sus gestiones para resolver el conflicto israelí-palestino.

Este sector ignora que el testamento de Alfred Nobel establece claramente que el premio debe otorgarse a quien haya efectuado labores en beneficio de la humanidad durante el año anterior, lo que quiere decir que los “fans” de Trump tendrán que esperar al año próximo para que se le conceda el Premio, y esto en caso de tener objetivamente algún mérito.

Por lo pronto, el tiempo sigue transcurriendo y en Venezuela no se observa ningún cambio, pese a la supuesta amenaza de fuerzas militares norteamericanas que sólo estarían esperando la orden para terminar con la amenaza de los cárteles venezolanos, hoy considerados terroristas.

Hasta hoy vemos muchas palabras y poca acción, pero el Premio a María Corina Machado significa una esperanza adicional para el sufrido pueblo venezolano.

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