La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y más concretamente, en éste su segundo período, han llevado varios cambios que han resultado evidentemente contrarios a los intereses de ese país. Un aspecto relevante lo constituye su política exterior.

En tres notorias y muy difundidas ocasiones, el presidente norteamericano ha utilizado la sede de sus reuniones con mandatarios extranjeros, la oficina Oval de la Casa Blanca, para efectuar auténticas emboscadas a sus huéspedes. La primera de ellas fue la visita del presidente ucraniano Volodimir Zelenski el pasado 28 de febrero; en ella, el presidente Donald Trump prácticamente abandonó a Ucrania a su suerte, avaló la agresión rusa y exigió casi una rendición incondicional, cediendo a Rusia todo el territorio ocupado por ésta.

La segunda ocasión fue la visita del nuevo primer ministro de Canadá, Mark Carney el 6 de mayo. Previamente había declarado que no estaba seguro de qué quería hablar el canadiense, que éste lo había buscado posiblemente para hacer un trato porque “todos” quieren hacerlo. En ese entorno, Trump se atrevió a reiterar su pretensión que Canadá se convierta en el estado 51 de Estados Unidos, por lo que Carney tuvo que dejarle claro que Canadá no estaba en venta y que eso no iba a ocurrir nunca.

La tercera ocasión fue realmente increíble. El pasado 21 de mayo acudió el presidente de la República de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, a la Casa Blanca y Trump lo recibió con imágenes de supuestas masacres cometidas contra la población blanca de aquel país, no dudando en denominar “genocidio” a los hechos. Señaló que los blancos sudafricanos están siendo masacrados, despojados de sus propiedades y tienen que huir, todo lo cual es falso.

No es creíble que los asesores del presidente del país más poderoso del mundo (hasta hoy) lo engañen o que le aporten información falsa o inexacta. Todo ha sido fríamente calculado, salvo en un no pequeño detalle: las consecuencias que estos ataques tendrán contra los Estados Unidos.

La agencia Reuters ha clarificado que las masacres mostradas por Donald Trump no ocurrieron en Sudáfrica, sino en el Congo. Y el presidente sudafricano aclaró que la mayoría de las víctimas de la inseguridad en su país son negros.

Hay 2 evidentes ganadores en esta clase de diplomacia rufianesca: Rusia y China, que miran con beneplácito el deterioro del prestigio e influencia norteamericanos en el mundo y todo sin hacer el menor esfuerzo. ¿Qué dirigente de cualquier país acudirá a la oficina Oval con confianza, sinceridad y propósitos de mejorar las relaciones con Estados Unidos?

El desprestigio norteamericano a nivel mundial ya se refleja en algunos estudios. Donald Trump tiene una imagen negativa en 82 de 100 países encuestados, de acuerdo al Índice de Percepción de la Democracia. Adicionalmente, Sudáfrica pertenece al bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China Sudáfrica y otros 5 países), por lo que un buen objetivo diplomático y hasta económico sería atraerlo al bloque de países de libre mercado, lo mismo que ayudar decididamente a Ucrania.

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