Desde el punto de vista geopolítico, existen actualmente cuatro conflictos que pueden modificar el escenario mundial en el futuro cercano.

El primero, por fortuna, está casi concluido por lo pronto, la guerra en la Franja de Gaza. Solamente faltan algunos detalles para lograr no la paz, pero sí el fin de las hostilidades iniciadas con los ataques de la agrupación terrorista Hamás contra ciudadanos israelíes hace 2 años y que tuvo una respuesta implacable del gobierno de Benjamin Netanyahu. Esta fase del conflicto árabe israelí concluye, para dar paso a un juego de ajedrez en el que potencias regionales como Egipto, Arabia Saudita, Turquía y, desde luego, Irán, tarde o temprano chocarán con Israel. Todos los actores involucrados lo saben, y se preparan para ello.

El segundo conflicto es el despliegue militar estadounidense en el Mar Caribe, frente a las costas de Venezuela. Lo que pareciera ser el preludio de una invasión y la tan anhelada deposición del dictador Nicolás Maduro y su narco-régimen, ha visto la presencia desde fines de agosto de bombarderos estratégicos, de buques de asalto, sofisticados drones y alrededor de 10 mil militares. Pese al vergonzoso pánico mostrado por Maduro, el tiempo pasa y no pasa nada. El dictador venezolano tiene el evidente apoyo del gobierno ruso y ésta puede ser una de las razones por las que sólo vemos amagues y no hechos.

El tercer conflicto es la guerra en Ucrania. Después de varios desencuentros entre los presidentes Zelensky y Trump, en uno de los cuales éste último llegó a menospreciar al primero, diciéndole que no contaba con cartas para jugar contra la potencia rusa, hubo una reunión que parecía ser clave para lograr el apoyo norteamericano, pero de nuevo se frustró.

La verdad es que los ucranianos se han portado con mucho más que valentía y le han hecho pagar al autoritario Putin un precio cada día más insostenible, entre bajas de militares en combate y la consistente destrucción de parte de su industria petrolera, vital no sólo para financiar los crecientes costos de su invasión, sino hasta su permanencia en el poder, ante sus crecientes fracasos.

La reciente reunión en Washington fue cuidadosamente planeada por el presidente ucraniano, con el fin de obtener los tan necesarios misiles Tomahawk que Trump se ha negado a aportar. Después de haber sugerido que ahora sí los cedería, una llamada con Putin hace que Trump vuelva a cambiar de opinión y deje a los ucranianos con las manos vacías de quien se supone debería ser su principal aliado.

En el frente interno, Trump enfrenta una creciente oposición de quienes ven que sólo actúa como si fuera un títere de Putin y lo consideran con poderes de un rey de la época absolutista.

Esto nos lleva al cuarto conflicto, Europa contra Rusia. Si alguien cree que Putin se detendrá en sus agresiones en Ucrania, sólo ignora lo que ese país considera como su zona de seguridad y lo que la amenaza. Este conflicto es algo que los europeos deben anticipar y preparar desde ya, considerando que Estados Unidos ya no es un aliado confiable, al menos bajo Trump.

Maestro en Administración Militar para la Seguridad y Defensa Nacionales

Google News