Mientras hackers rusos se hicieron del control de la cortina de una presa hidroeléctrica en Noruega por un breve tiempo, antes de ser descubiertos por los servicios de inteligencia locales; mientras el MI6, la agencia británica de inteligencia ha denunciado la campaña de sabotaje en Europa por parte de Rusia; mientras barcos y submarinos rusos continúan cortando cables submarinos europeos, el proscrito Vladimir Putin pudo viajar a Estados Unidos a una cumbre que resultó fallida.
Anunciada como una reunión que sentaría las bases de la paz en Ucrania, mientras se llevaba a cabo, continuaron los ataques rusos a ciudades y objetivos ucranianos, incrementando la cuota de muertos y heridos de ambos bandos, que ya se eleva a más de un millón de personas.
No sólo el autoritario dirigente ruso se negó a cualquier concesión, mantuvo sus propósitos que denominó raíces de una guerra que ya dura 3 años y medio: desmilitarizar Ucrania, conservar los territorios invadidos y evitar que se una a la OTAN. Todo esto a cambio de nada.
El boquiflojo Donald Trump había anunciado en su campaña electoral que apenas tomara posesión, terminaría la guerra en 24 horas. No sólo ya se prolongó el tiempo, sino que hoy mismo no hay esperanza alguna de alcanzar siquiera un alto al fuego; Trump recibe con toda clase de honores al líder ruso, no permite que la prensa lo cuestione y anuncia que no va a imponer sanciones arancelarias a Rusia para presionarla a llegar a un acuerdo. Mejor no le podía haber ido a Putin.
Esto marca en forma notable un contraste con el trato que Trump le dio al presidente ucraniano Zelensky, en su visita a Washington de febrero. Con ello, cada vez queda más evidente que la defensa de la libertad, la democracia y las agresiones militares ya no son parte de los objetivos estadounidenses, al menos durante la gestión de Trump.
Y no es que se imponga la “realpolitik”; durante agosto, drones ucranianos han estado castigando instalaciones de la industria petrolera rusa en respuesta a los ataques rusos a sus instalaciones eléctricas. Como es sabido, el gas y el petróleo son la principal fuente de ingresos rusa, Ucrania no tiene misiles como los rusos y sólo cuenta con sus drones, que ha utilizado eficazmente en instalaciones rusas a más de 2 mil kilómetros de la frontera común.
En teoría, habrá una nueva “cumbre” en Moscú, pero en el ínterin, Trump tratará de convencer al presidente ucraniano de ceder a las pretensiones rusas, algo que no ocurrirá; Ucrania sigue contando con el apoyo europeo y el pronóstico más probable es que continúe la masacre por tiempo indefinido. A pesar de que originalmente Rusia anunció que sería una intervención breve, ellos no tienen prisa, y menos si Estados Unidos se pone de su parte.
Ucrania puede, a pesar de todo este escenario adverso, mantener la presión contra Rusia, siempre y cuando sus aliados europeos le proporcionen armamento más efectivo. Que lo hagan es un dilema, pero han demostrado coraje y determinación en la defensa de su patria.
Anchorage resultó todo un fracaso gracias a Trump.
Maestro en Administración
Militar para la Seguridad
y Defensa Nacionales