En sendas cartas, el presidente Donald Trump anuncia, nuevamente, la imposición de aranceles por un monto de 30% a las importaciones de la Unión Europea y de México, a partir del 1 de agosto. El pasado 2 de abril había anunciado aranceles, luego dejó un espacio supuestamente para negociar, y ahora proclama que los impone de nuevo.
De hecho, para la Unión Europea había anunciado el 2 de abril que la tasa sería del 20%; ahora resulta peor, pues desde aquella fecha aplicaba el 10% y el 1 del próximo mes se la triplica. Además, amenaza que, si la Unión Europea aplica aranceles de represalia, Estados Unidos subirá el mismo porcentaje, adicional al 30%. Las industrias europeas más dañadas serán las farmacéuticas, químicas y automotrices.
No son los únicos, a la Unión Europea de 27 países, también se les aplicarán aranceles a Corea del Sur, Japón y otros países con menor comercio con Estados Unidos. Destaca el caso de Brasil, al que le aplicarán el 50% (también se había anunciado que sería el 10% en abril) y el pretexto aludido es la persecución política del gobierno de Lula da Silva al expresidente Jair Bolsonaro.
Desde luego, hay que subrayar a los dos países norteamericanos vecinos de Estados Unidos. A Canadá se anuncia una imposición del 35% y a México del 30%, con todo y la delegación negociadora mexicana que se encontraba en el vecino país en el momento del envío de la carta de Trump.
El presidente más viejo en ser jurado en toda la historia de Estados Unidos, el ya casi octogenario Trump, pretende que la economía de su país se vuelva a convertir en manufacturera, lo que le catapultó a ser la primera economía mundial en el siglo XX. Para ello está ofreciendo toda clase de facilidades y exenciones a las empresas que deseen instalarse allá, pero eso no va a suceder, son sueños guajiros trumpianos, pues representa un paso atrás, al pasado y por si fuera poco, enfrenta una enorme oposición de los empresarios.
A muchos países, estas disposiciones, de llevarse a cabo, les resultarán catastróficas. Hasta el momento, Donald Trump solamente ha alcanzado, y de manera muy frágil e indefinida, acuerdos con dos países: Inglaterra y Vietnam.
Para México, independientemente de que esto no aplicará a las exportaciones comprendidas en el Tratado de Libre Comercio (lo mismo para Canadá), el tema no podría haber llegado en peor momento. Cuando la economía está ya en recesión, cuando el autoritarismo gubernamental pareciera no tener reversa, cuando se asiste a reuniones de bloques cuestionables, como el de BRICS, y cuando la corrupción a todos los niveles es galopante, su impacto en la debilidad económica es tremendo.
El gobierno mexicano tiene un espacio de maniobra mínimo, sus lazos con dictaduras tan inhumanas como la cubana y venezolana suman en la cadena que lastra una posible salida. La debilidad institucional del gobierno se incrementa; el deporte nacional parece ser el descubrir aspectos de ligas con gente indeseable en el día a día; cada vez se hace menos posible ocultarlo y éste ha sido el pretexto para nuevos aranceles.