Alberto Espinosa Desigaud

Inversión, empleo y una nueva cultura laboral

23/10/2012 |03:39Alberto Espinosa Desigaud |
Redacción Querétaro
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Estoy convencido de que México necesita una transformación económica que tenga como objetivo prioritario la disminución de las desigualdades sociales que caracterizan a nuestro país y a la región de América Latina.

La naturaleza de la desigualdad social se manifiesta de diferentes formas, expresiones todas de una misma realidad.

Desigualdad de ingreso: en México el 10% más pobre de la población concentra apenas 1.81% del ingreso nacional, mientras que el 10% más rico concentra el 38.7% (Banco Mundial, 2008).

Desigualdad regional: 65% de la inversión extranjera directa que llega a nuestro país se concentra en cinco estados de la república: Distrito Federal, Nuevo León, Coahuila, Querétaro y Aguascalientes (IMCO, 2010).

Desigualdad en la seguridad social: 62% de los trabajadores mexicanos no tiene un sistema de seguridad social que los proteja (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2012).

El diagnóstico en las carencias de México está suficientemente abordado y consensado, la urgencia está en construir un acuerdo, desde la pluralidad, que detalle acciones concretas para avanzar en la solución de nuestros problemas como país.

La reforma laboral que actualmente se discute en el Senado de la República, es precisamente un instrumento con el potencial de contribuir a disminuir las desigualdades sociales de nuestro país.

1) La Ley Federal del Trabajo data de 1970 y no ha sufrido modificaciones sustanciales en 40 años. Durante este tiempo, el mundo ha experimentado cambios sustanciales que nos llevaron del mundo bipolar de la Guerra Fría a la competencia sin tregua en el mundo globalizado; de la dicotomía capitalismo-socialismo a los bloques económicos con modelos propios de desarrollo; de las primeras computadoras a la era de la tecnología y la innovación. Este no es un argumento formal en favor de la reforma, sino de la obsolescencia de nuestra ley laboral.

2) Hay dos maneras básicas de incrementar la flexibilidad laboral: por la vía de la contratación o por la vía del despido.

En el caso de la reforma en cuestión, el incremento en la flexibilidad laboral se explica fundamentalmente por la facilidad de contratar. Los altos (comparativamente) costos de despido que prevalecen en México no se modifican en esta propuesta. Entonces, el discurso de flexibilidad si y sólo si hay seguro de desempleo es, en este caso, perverso o ignorante y constituye una falsa disyuntiva para la opinión pública. Entendemos que no hay una relación necesariamente directa entre flexibilidad laboral y empleo, pero sostenemos que los esquemas de flexibilización facilitan los procesos de inversión, y es la inversión productiva la que genera empleos.

3) La mejor definición de competitividad, por sencilla y contundente, es la del IMCO: capacidad para atraer y retener inversiones y talento.

Hace algunas semanas recibimos la buena noticia de que México subió cinco posiciones en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial, situándose en el lugar 53 de 144 economías: nuestra mejor posición en el sexenio.

Según este indicador, nuestro mercado laboral es uno de los menos competitivos del mundo; ocupamos el lugar 113 en prácticas de contratación y despido, y el 121 en la participación de la mujer en el mercado laboral formal. En la edición de 2011-2012, la rigidez de nuestro mercado laboral nos situaba en el lugar 108 de 142 economías.

Está claro que no podemos sostener un modelo que brinda protección a 16 millones de trabajadores inscritos en el IMSS, pero que mantiene sin seguridad social a 62% de los trabajadores mexicanos.

En este sentido, la reforma laboral puede mejorar nuestra competitividad, porque propone acciones para eficientar el marco jurídico que regula las relaciones laborales e incentiva la participación de jóvenes y mujeres mediante nuevos esquemas de contratación, como los contratos de capacitación inicial. Es importante decir que el proyecto que se discute considera que los contratos se celebren por escrito, para que los periodos de prueba o contratos de capacitación inicial no se prolonguen artificialmente en detrimento de los derechos del trabajador.

4) Desde hace tiempo la Coparmex ha promovido un diálogo entre el sector obrero y patronal del país, basado en la concertación, el reconocimiento de la dignidad y trascendencia de los trabajadores, la unidad de esfuerzos y no la lucha de clases, el impulso al empleo, el aumento de la rentabilidad y la justa distribución de la riqueza. Hemos llamado a este esfuerzo la nueva cultura laboral.

En este sentido, la reforma laboral contiene avances significativos que no deben escatimarse. Destacan las medidas para fortalecer los derechos de la mujer trabajadora, mejorar las condiciones de trabajo para personas con discapacidad, ampliar la dinámica de capacitación del empleado y ofrecer mejores condiciones de crédito a los trabajadores, entre muchas otras con un valor inmediato para los trabajadores y la dignidad de su actividad.

El número de jóvenes en México está creciendo, y con ellos la demanda de empleo formal. La reforma laboral es una oportunidad histórica para concretar acciones favorables para nuestra economía, nuestra capacidad de atraer inversión y, especialmente, para nuestra capacidad de distribuir la riqueza nacional.

Presidente nacional de Coparmex