El regreso a clases, más que un evento académico, representa un fenómeno económico de alto impacto tanto para los hogares mexicanos como para la economía. De acuerdo con el Inegi (2022), el gasto familiar en esta temporada es comparable al de las fiestas decembrinas, con desembolsos que oscilan entre 3 mil y 8 mil pesos por hijo. Este gasto incluye útiles, uniformes, transporte, plataformas digitales y cada vez más, dispositivos electrónicos.
Las familias de menores ingresos enfrentan una carga desproporcionada: hasta un 40% de su ingreso mensual se destina a este fin (Conapo, 2023). Además, el quintil más bajo invierte cerca de 18% de su gasto total en educación, frente al 6% del quintil más alto (ENIGH, 2022). Esta regresividad en el gasto escolar revela una desigualdad estructural que se amplifica con la estacionalidad del consumo educativo. En consecuencia, muchas familias deben postergar otros gastos esenciales para cumplir con las exigencias del ciclo escolar.
El efecto económico del regreso a clases va más allá de lo doméstico. Industrias como la papelera, textil, tecnológica y de transporte experimentan una fuerte activación. La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) reportó un incremento de 25% en ventas durante julio y agosto (2023); mientras que la industria papelera registró un aumento de 15% en producción (Canagraf, 2022). A esto se suma el auge de la tecnología educativa: el 48% de los hogares en América Latina adquirieron dispositivos electrónicos para la educación durante la pandemia (BID, 2021) y hoy el gasto mensual en conectividad alcanza hasta 800 pesos por hogar (Rendón, 2022). Este nuevo gasto en tecnología y conectividad se ha vuelto indispensable, especialmente en zonas urbanas, donde la digitalización educativa avanza rápidamente.
Pese a los esfuerzos del Estado como “La Escuela es Nuestra” y la entrega de útiles escolares gratuitos, sólo 60% de los alumnos de primaria reciben estos apoyos de forma completa (CIDE, 2022). El regreso a clases también dinamiza el empleo temporal, con más de 85 mil puestos generados en esta temporada (Canaco, 2023). No obstante, muchos de estos empleos son precarios y de corta duración. Paralelamente, el comercio informal cumple un rol indispensable para las familias de menores recursos, ofreciendo productos escolares a precios accesibles. A nivel macroeconómico, Banxico registró un incremento de 1.2% en el consumo privado durante el tercer trimestre de 2023, impulsado en parte por el gasto escolar. Sin embargo, los beneficios se concentran en grandes cadenas, mientras los pequeños negocios compiten en desventaja.
En conclusión, el regreso a clases debe entenderse como un fenómeno económico integral. Se requieren políticas públicas más equitativas y sostenibles que garanticen el derecho a la educación sin comprometer la estabilidad económica de millones de familias mexicanas. Solo así se podrá construir un entorno educativo más justo, accesible y resiliente.
División de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac Querétaro