Abigaíl Arredondo

Tiempos de reflexión

Debemos priorizar lo importante, nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra colonia, nuestra nación

Estas fechas decembrinas son una buena oportunidad para reflexionar sobre lo importante y valioso, acercarnos a nuestros seres queridos y replantear nuestros objetivos.

¿Estamos yendo por el camino correcto? Hoy en día, vivimos en un mundo acelerado, repleto de contrastes, amenazas y cambios inesperados. La tranquilidad ha sido desplazada por la urgencia de lo inmediato. El ritmo vertiginoso que mantenemos, impulsado por la presión económica y el temor a la incertidumbre, nos ha llevado a una existencia cada vez más efímera y volátil. Trabajar, producir y conquistar se han convertido en actividades cotidianas, pero rara vez nos detenemos a pensar si vamos por el camino correcto, si el mundo que estamos formando y dejando para nuestros hijos y nietos es mejor, más justo o positivo.

En ese afán de acaparar y controlar, muchas veces sin darnos cuenta, hemos caído en un individualismo frío y aislante, polarizante, volviéndonos intransigentes ante los problemas de la sociedad y el sufrimiento ajeno.

Es cierto, el internet, las redes sociales y los medios electrónicos son herramientas valiosas para mantenernos informados y compartir nuestras experiencias y sueños; sin embargo, también se han transformado en fuentes de distracción y distanciamiento. La volatilidad de las noticias nos ha vuelto indiferentes y desapegados. Prueba de ello es la escasa o nula preocupación por tragedias o abusos de poder que dañan sensiblemente a la población. Ya sea por desconocimiento o indiferencia, muchos no perciben los efectos de la crisis económica o la inseguridad por las que atraviesa el país.

El escándalo y el abuso de poder cometidos por diversos políticos —especialmente del régimen—, junto con la pérdida gradual de privacidad y libertad, parecen haber llegado a un punto de aceptación y resignación. Y es que tal vez no sintamos de manera inmediata los efectos de las decisiones tomadas desde el poder, o las veamos lejanas, pero poco a poco iremos viendo sus efectos, al punto que, cuando nos demos cuenta, serán irreversibles.

Por eso, es fundamental aprovechar estos días de paz para reflexionar, poniendo nuestros objetivos y prioridades en orden, pensando en nuestro papel como madres, padres y ciudadanos. ¿Realmente estamos construyendo un país mejor?

La invitación que te hago va más allá de hacer una pausa y lamentarnos por lo difícil del entorno; se trata, más bien, de impulsar el cambio y la renovación.

Es fundamental reconocer que tanto nuestro país como el mundo requieren un rumbo distinto, en el que la violencia no sea parte de la vida cotidiana ni mucho menos aceptada con resignación. No es justo ni normal vivir bajo un estrés constante, preocupados por la inseguridad o por no tener recursos suficientes para llegar a la quincena. Tampoco es aceptable que paguemos más impuestos cuando los servicios públicos son deficientes, ni que vivamos con la incertidumbre de no contar con medicamentos o recibir atención médica ineficiente. Debemos asumir la responsabilidad de exigir y promover, como ciudadanos, un gobierno más efectivo, que verdader amente de resultados y fomente un cambio social en positivo.

Necesitamos gobiernos eficientes, que pongan en primer lugar el bienestar de la gente y la mejora constante de toda la sociedad. Todas y todos tenemos derecho a ser felices y a construir un futuro más justo y próspero. Por eso, más allá de las adversidades y retos, ante todo debemos priorizar lo importante, nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra colonia, nuestra nación.

Por lo pronto, no me queda más que desearte la mayor felicidad en estas fechas, acompañado de tus seres queridos.

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