El tema del transporte público sigue siendo un “reto” importante para el gobierno en Querétaro, dado que este tópico es una de las grandes demandas y pendientes de la ciudadanía.

Gobiernos van y vienen, pero las deficiencias en el transporte público siguen presentes. Las exigencias de la población son más que justificadas, especialmente en la zona metropolitana. La falta de unidades suficientes, la mala infraestructura, el servicio deficiente, la aglomeración, la falta de rutas, los tiempos de traslado tan largos y la ausencia de medios de control, son sólo algunas de las principales quejas.

No es para menos. De acuerdo con información oficial, 3 de cada 10 habitantes en el estado usan el servicio, de los cuales, 2 consideran que el servicio es malo o muy malo. No obstante, se tiene una de las tarifas más altas en el país (la tercera más cara), y el servicio no se ha modernizado ni mucho menos mejorado, sustancialmente.

En la pasada administración se diseñó un proyecto muy ambicioso, con ocho ejes troncales y la renovación de más de 200 unidades, donde incluso ciertos personajes de la política se tomaron fotografías; sin embargo, por diversas razones, principalmente de índole económico y político, provocaron que el proyecto quedara inconcluso y que de los 8 distribuidores sólo se terminaron 3. Asimismo, las unidades que se modernizaron (muy criticadas en su momento por el lugar de origen) ya comienzan a perder brillo y requieren, obviamente, mantenimiento y renovación.

Como desde hace mucho tiempo, el tema del transporte público en Querétaro se ha vuelto, en muchos casos, bandera política en tiempos electorales, pero también, una piedra en el zapato, muy incómoda por cierto, para las últimas administraciones. La culpa en parte ha sido de la falta de continuidad y la creación de un proyecto o modelo de transporte sustentable que dé respuesta a estas inquietudes a largo plazo. Tan solo en la elección de 2015, la mejora en el transporte público fue un factor determinante para inclinar las preferencias a favor de la oposición. Una promesa de campaña que dio frutos en lo electoral, pero que fue inacabada y dejo insatisfechos a muchas y muchos usuarios.

Ahora el gobernador dio un aviso que implica una apuesta arriesgada, pues el gobierno del estado asumirá el control de las nuevas unidades que se adquirirán con el empréstito recién aprobado por el Congreso, es decir, se dejarán de lado las concesiones para asumir el control directo. Es una estrategia aventurada que ojalá dé buenos resultados, pero que implicará un reto importante, pues no es lo mismo operar directamente que sólo dirigir, coordinar o vigilar.

Veremos los resultados de tan compleja decisión, no sólo en el aspecto funcional de la prestación del servicio, sino también frente a los concesionarios, quienes serán los principales interesados en revisar la forma como operará esta nueva estrategia.

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