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Este fin de semana ocurrió una tragedia lamentable que nos vuelve a recordar el gran pendiente de este sexenio: la inseguridad. Lo sucedido en Salvatierra, Guanajuato, rebasa cualquier definición convencional. Se trató, literalmente, de una masacre.
La falta de respuesta de las autoridades, además de la ausencia de una estrategia efectiva que evite este tipo de hechos y que detenga a los responsables, son el caldo de cultivo para la impunidad.
Para algunos la inseguridad es un pendiente estructural, para otros, es una cuestión hasta cultural de falta de respeto a la legalidad; no obstante, más allá de cualquier teoría o postura, lo cierto es que nuestro país se ha teñido de rojo y las autoridades se han visto rebasadas, comenzando por el presidente de la república.
Para muestra sus declaraciones en la mañanera. Como se dice coloquialmente: “patea el bote”. Es interesante ver como, para los elogios, el presidente voltea a su gobierno y a su partido, mientras que, para las responsabilidades, busca de inmediato “chivos expiatorios”, en la oposición, en los gobiernos locales, en los medios de comunicación o en la sociedad civil.
Sin embargo, algo que debe quedar claro es que la definición en la estrategia de seguridad es facultad de la federación, y por lo pronto, la de “abrazos, no balazos” ha sido un rotundo fracaso.
Lo he dicho en este espacio varias veces, no se trata de confrontar fuego con fuego, se trata de aplicar la ley, cuestión que esta administración ha omitido. La legalidad tiene un doble beneficio. Por un lado, impide la impunidad, castigando a los responsables de los hechos pero, además, manda el mensaje claro de que no hay espacio o tolerancia a la delincuencia, sea del nivel que sea.
Sin embargo, los resultados de este gobierno han dejado mucho que desear. Para ello, basta con revisar cómo cierra este año el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.
De acuerdo con información que publica mensualmente el gobierno federal, este año México cerrará con más de 23 mil homicidios dolosos y 769 feminicidios. También se presentaron más de 155 mil lesiones dolosas, más de 140 mil violaciones y más de 400 casos de secuestro. Cifras que comparadas con años anteriores reflejan que las cosas no han cambiado, al contrario, han empeorado. Se presenta una constante: la indulgencia del gobierno frente a la inseguridad.
Al parecer el gobierno actual dejará pasar este tema y lo heredará a la próxima administración, pues si durante 5 años no modificó su estrategia de seguridad, difícilmente lo hará en los próximos 10 meses restantes. Será tarea de la próxima Presidenta de México el determinar las acciones a ejecutar, en coordinación con los gobiernos locales, para prevenir hechos lamentables como los de Salvatierra y, sobre todo, que no queden impunes.
Reflexionar si en este, como en otros puntos, queremos la continuidad o un cambio, será nuestra tarea como ciudadanía.