Los casos de corrupción en los que han estado involucrados varios miembros de Morena han alcanzado dimensiones estratosféricas que han afectado gravemente las finanzas y el patrimonio de México.
En días recientes se han ido destapando varios casos de corrupción cometidos por personas cercanas a la 4T.
Los más llamativos: el tema del huachicol fiscal, operado desde las aduanas con personal de la Secretaría de Marina, y el caso del cártel de “La Barredora”, un grupo delincuencial que operaba en Tabasco y cuyo líder era el jefe de la policía estatal, Hernán Bermúdez “N”. Funcionario que fue puesto y ratificado en el cargo por el entonces gobernador Adán Augusto López, hoy líder de Morena en el Senado y, antes de ese cargo, Secretario de Gobernación con López Obrador.
Ahora que Bermúdez fue capturado, ha salido a la luz el modus operandi de varias de sus actividades, donde no sólo traficaban con drogas o sustancias prohibidas, sino que además, operaban una red enorme de huachicol en toda la zona del sureste de México, obligando a empresarios gasolineros de la región a comprarles el combustible robado y a “cederles” grandes porciones de sus empresas. En pocas palabras, negocio redondo.
Estos casos, como muchos otros que se operaban desde la cúpula del poder, son minimizados y vistos como supuestos aislados que no afectan la economía de las y los mexicanos, pero la realidad es otra.
El agravio al erario por estos dos casos de corrupción y delincuencia organizada es brutal. Tan sólo, por el huachicol fiscal, se estima una merma de 500 mil millones de pesos al año en agravio de la Tesorería de la Federación, y por lo que ve a las actividades de “La Barredora”, aunque el impacto es impreciso en este momento, se estima que le generaban al líder del cártel unos 500 millones de pesos a la semana, lo que sin duda representó grandes pérdidas para la empresa más importante de México, Pemex.
En este punto es donde está el quiebre al patrimonio de México. El quiebre a tu calidad de vida y a tu dignidad. Piénsalo, ¿Qué habría pasado si todo el dinero robado en estos dos casos de corrupción hubiera llegado al patrimonio del Estado? Se hubiera destinado a mejorar la infraestructura del país, construir escuelas, hospitales, dotar de mejores instalaciones, comprar medicinas, dar mantenimiento a las carreteras, ampliar los programas sociales, ayudar a los grupos más vulnerables, entre muchos otros beneficios.
Y aunque algunos defensores de la 4T refieren que se están llevando a cabo las investigaciones y detenciones correspondientes, y que eso es lo que los distingue de los gobiernos anteriores; la realidad es que ese argumento es falaz, cuando ellos mismos han sido los causantes de tal descalabro.
Así, la fallida política de seguridad del expresidente López Obrador, “abrazos, no balazos”, además del baño de sangre en que dejó al país, permitió que estas organizaciones criminales operaran libremente, a plena luz del día, en absoluta impunidad y al amparo del poder.
Por ello, es necesario y urgente hacer un acto de reflexión y entender que estos casos, como muchos otros que se han destapado (Segalmex, Dos Bocas, casa gris, etc.), son muestra de la podredumbre que rodea a la 4T, cuyos integrantes deberían analizar si están dispuestos a ser recordados como quienes prometieron honestidad y, en cambio, se enriquecieron a costa de afectar el patrimonio nacional.
No queda más que condenar estos y muchos otros hechos de corrupción que se sigan destapando, así como exigir a las autoridades competentes, del nivel que sea, su total eficacia para sancionar a las y los responsables. Veremos qué pasa.