La violencia de género contra las mujeres sigue estando presente y las víctimas aumentan día con día.

En las últimas semanas ha cobrado atención el fenómeno de la violencia en contra de la mujer. Es un tema pendiente que, aunque en ciertos momentos desaparece del escenario público, está ahí…presente como una constante.

Y no es para menos. De acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, en lo que va del 2020, se han registrado 566 feminicidios, esto es, 5.4%  más que en el año pasado. Asimismo, la violencia doméstica se ha disparado, pues se han casi triplicado los casos en los últimos tres meses, especialmente la violencia física, psicológica y sexual, que ocupan los primeros lugares.

Parece ser que las manifestaciones y reclamos de que fuimos testigos el 25 de noviembre de 2019 no han creado un efecto transformador en las instituciones, pues no se ha conformado una verdadera política pública que ponga a la mujer en el centro de la acción gubernamental. Otra vez lo archivamos como un tema pendiente que, en algún momento, se tendrá que resolver. Grave error.

La inacción es justamente lo que ha endurecido el problema, pues carecemos de herramientas jurídicas y políticas lo suficientemente certeras para atacar el problema de raíz. Ante esto pregunto: ¿Cuántas más? ¿Cuántas más se necesitan para actuar?

Asimismo, los casos ya no sobresalen por los números, sino por la brutalidad con que se cometen. El uso de ácidos, sustancias corrosivas, herramientas, artículos punzo cortantes o de percusión, entre otras muchas atrocidades, se han ido presentando en varias latitudes del país. El daño que las víctimas sufren es irreversible y permanente, tanto en su físico como en su alma.

En respuesta, el gobierno federal no sólo es omiso en cuanto a generar una estrategia transversal en la materia, sino que el Fiscal General de la República  regresa al viejo debate de si el feminicidio debe o no ser un delito autónomo. En respuesta, miles de mujeres se han unido en una sola voz para empujar un movimiento de unificación penal, para que el feminicidio esté regulado de la misma forma en todo el país.

Por otro lado, en el congreso federal y los estatales, aún quedan pendientes varias iniciativas que no han sido dictaminadas o discutidas y que a estas fechas ya habrían generado cambios importantes en la protección hacia las mujeres.

Además, el aspecto preventivo y educativo sigue rezagado, pues aún persisten modelos misóginos de supremacía masculina que lo único que hacen es agudizar la desigualdad y la violencia. En resumen, si bien el tema se está visibilizando, aún no lo hemos podido controlar, por el contrario, sigue en aumento.

La realidad es que las instituciones están quedando rebasadas y se ven lentas frente al fenómeno en cuestión, situación que no podemos permitir más, pues no es válido que allá afuera, en la calle, las mujeres vivan con incertidumbre, pero, sobre todo…con miedo.

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