Con la imposición de aranceles Donald Trump provocó un terremoto financiero que ha puesto en jaque al sistema económico mundial.
El 2 de abril, el presidente de la unión americana informó la imposición generalizada de aranceles a prácticamente todos los países que tiene relaciones comerciales con los Estados Unidos. El efecto no se hizo esperar, pues la mayoría de las bolsas de valores y los mercados bursátiles iniciaron la semana con grandes pérdidas. Ello ha puesto nerviosos a propios y extraños, creando una paranoia global que afectará gravemente a los mercados del mundo. Las respuestas no se han hecho esperar. China ya informó sobre la aplicación de un arancel reciproco del 34%, mientras que la unión europea también manifestó su intención de negociar con el presidente estadounidense la baja o eliminación de dichas cargas tributarias.
Si bien, la decisión puede ser duramente cuestionada por todas sus implicaciones, al final Donald Trump está imponiendo sus decisiones y modificando, para bien o para mal, el orden económico mundial. Es cierto, esta decisión traerá muchas consecuencias. La primera y más palpable, será el cambio de paradigma en las relaciones comerciales. Es tiempo de despedirnos del libre mercado y volver a las economías regionales proteccionistas. La imposición de los aranceles será, sin lugar a duda, el inicio de tensiones comerciales entre grandes potencias que, eventualmente, nos llevarán a un mundo cada vez más cerrado y disperso. Los efectos de la globalización y la apertura de las fronteras (comercialmente hablando) quedarán en el pasado.
Esto ¿beneficia o afecta a México? Ello depende mucho de como se mire el vaso: medio lleno o medio vacío. Si somos optimistas, como lo pretende el gobierno federal, México salió “bien librado” de la vorágine comercial, pues gracias al T-MEC (que por cierto tanto han criticado los de la 4T), México evitó la imposición generalizada de aranceles, quedando en una posición relativamente mejor y más cómoda en comparación con sus competidores, especialmente China.
Si por el contrario, somos un poco más sensatos y realistas, la estabilidad económica de nuestro país está sujeta con alfileres, ya que nos impusieron un arancel del 25% al acero, al aluminio y a los vehículos o partes automotrices y para rematar, cuando menos, el 30% de productos que exporta México a Estados Unidos no entran en la tasa cero del Tratado, es decir, se les aplicará también el 25% de arancel.
En este contexto, ¿Qué acciones inmediatas aplicará el gobierno mexicano? ¿Cómo evitaremos caer o atender una inevitable recesión? ¿es posible renegociar el T-MEC para ampliar su marco de protección?
Son algunas de tantas preguntas que, hasta el momento, el gobierno federal ha omitido responder. Sin claridad sobre los posibles “planes” que se tienen para atender y evitar el desastre que se avecina, los inversionistas ven con incredulidad un entorno seguro y satisfactorio para resguardar sus negociaciones. Cada minuto cuenta.
Es urgente que el gobierno mexicano salga a dar calma al mercado interno. La incertidumbre es uno de los peores enemigos de la inversión y, ante un entorno externo tan volátil e inseguro es indispensable actuar con prudencia y mandar mensajes claros y precisos que brinden tranquilidad. De lo contrario, los efectos pueden ser devastadores y no conoceremos las consecuencias hasta que sea demasiado tarde. Empleos, negocios, patrimonios y familias están en riesgo.