Hoy recordamos un año más de nuestra Independencia; un movimiento que tuvo como finalidad luchar por la libertad y el respeto a nuestra soberanía, ¿realmente lo estamos logrando?

Ser una nación libre no sólo es tener presencia en la comunidad internacional, sino además contar con los elementos suficientes para poder hacer frente a nuestras propias necesidades y retos. No es sólo tener un himno ni una bandera, ni mucho menos ser identificado como igual frente a otros países; sino además, es tener la capacidad de forjar nuestro propio camino y los recursos suficientes para ello.

A 215 años del inicio del movimiento de Independencia comandado por el cura Miguel Hidalgo, es forzoso que todas y todos como mexicanos hagamos un acto de reflexión en torno a si vivimos realmente en un país donde se respeta la libertad.

Y ¿por qué lo digo? Porque nuestras calles están amenazadas por organizaciones criminales que poco a poco se han ido apoderando de las instituciones y de áreas estratégicas del gobierno. El crimen organizado no sólo ha puesto en jaque a nuestras instituciones, sino que además ha dado un duro golpe en lo más recóndito de la estabilidad financiera del Estado mexicano.

El escándalo que se acaba de destapar del huachicol fiscal, no sólo es un caso más de corrupción, es un claro ejemplo de que ante la falta de mecanismos de revisión y control, instituciones tan profesionales y nobles, como la Secretaría de Marina, pueden ser destruidas y corrompidas desde dentro.

Pero además, que más allá de los discursos nacionalistas, existen personas que al puro estilo del exdictador Antonio López de Santa Ana, están dispuestos a vender el patrimonio nacional por unos cuantos pesos. Y lo comento de esta manera porque el escándalo que se ha destapado ha representado un desfalco de alrededor de 500,000 millones de pesos, dinero que no llegó a las arcas de la tesorería pública y que bien hubiera sido empleado para fines sociales, como escuelas, hospitales, carreteras, pensiones, entre otras cosas.

Ahora entendemos por qué Pemex tiene serios problemas económicos, por qué en el presupuesto para el 2026 se contempla una deuda de más de 2 billones de pesos, por qué las finanzas públicas están por los suelos y el gobierno tiene la necesidad de aumentar impuestos.

El desfalco por este y otros casos más de corrupción cometidos en el sexenio anterior, son un claro referente de que la Independencia no debe ser un discurso vacío, sino que debe ser una constante en la ejecución de las políticas públicas, tal como lo dice la constitución: velar por el bienestar de La Unión.

Si queremos que México sea en realidad una nación independiente, debemos comenzar por tener un gobierno eficaz que tome decisiones correctas y que no permita acciones que afecten la estabilidad de las finanzas, pues como en todo, el primer paso para ser autónomo es tener recursos económicos propios y suficientes.

Este caso, junto con muchos otros que se han presentado de corrupción, no debe quedar impune y es imperativo que existan sanciones ejemplares. Sólo de esa forma refrendaremos con orgullo a todos aquellos héroes y heroínas que con una visión de tener un país libre y pleno dieron su vida por esta gran nación.

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