La situación de las personas migrantes en Estados Unidos está fuera de control, y el gobierno mexicano ha sido omiso en respaldar y proteger a nuestros connacionales.
El pasado fin de semana circularon imágenes que evidencian el deterioro alarmante de la situación migratoria en el país vecino. Los enfrentamientos que han surgido son hechos lamentables, pero previsibles. El presidente Donald Trump ha cumplido sus amenazas mediante la implementación de redadas masivas para detener y deportar a migrantes de manera indiscriminada. En respuesta, miles de migrantes han salido a las calles a defenderse con lo que tienen. Sin embargo, dados los disturbios realizados, ahora la narrativa se inclina a favor de Trump, quien ha impuesto su agenda, pese a quien le pese, afectando profundamente la relación bilateral y el espíritu de la gente, incluso de sus propios ciudadanos, quienes no respaldan al 100% sus políticas antimigrantes.
México, como otros países de Latinoamérica, ha sido remiso en establecer una política integral que proteja a sus migrantes. En este contexto, la asistencia consular resulta claramente insuficiente. Es desgarrador observar cómo nuestros compatriotas se ven obligados a tomar las calles de Los Ángeles para defender sus derechos. Mientras tanto, el gobierno mexicano se muestra lento, pasivo y sin una estrategia clara ante la crisis. Resulta desolador ver cómo nuestros connacionales, quienes durante décadas han sostenido la economía mexicana a través de sus remesas, ahora deben luchar por sus derechos en las calles sin ningún tipo de apoyo real ni institucional.
Desde el gobierno de López Obrador y en lo que va de esta administración, México ha perdido protagonismo en las mesas de diálogo y negociación frente a Estados Unidos. Nuestra posición se ha debilitado progresivamente: primero cediendo a las presiones para actuar como un “tercer país seguro” de facto, deteniendo la migración del sur; luego, aceptando la imposición de aranceles sin represalias, y ahora, enfrentando deportaciones masivas que violan claramente los derechos humanos.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha enfatizado reiteradamente la defensa de la soberanía de México; sin embargo, ¿qué medidas concretas ha adoptado su administración para atender esta y otras emergencias con el país vecino? ¿Qué respuestas ha dado además de discursos y algarabías a la soberanía?
Si nuestros paisanos están sufriendo allá, es en parte por la inacción del gobierno mexicano, que se destaca por ser pasivo y distante. Es cierto, no podemos enfrentarnos con el vecino del norte, eso sería absurdo, pero sí podemos hacer uso de la diplomacia para tender puentes y abreviar el impacto.
Es urgente implementar una política de migración que fomente el diálogo entre el gobierno estadounidense y las organizaciones de migrantes. Como paso siguiente, sería crucial conformar mesas de negociación y sentar las bases para un tratado internacional en materia migratoria. Este tratado debería ir más allá de la función de México como un “Estado policía” o “tercer país seguro” y buscar más bien un entendimiento mutuo entre naciones, permitiendo un trabajo ordenado y coordinado que beneficie a todas las partes.
Solo así, de manera eficaz y ordenada, con acciones y no discursos, es como se evitará que este conflicto escale a proporciones inimaginables.