Hijo, vente. Vamos a celebrar el Día del Niño.
—Y el Día de la Niña, ¿cuándo se celebra?
—El mismo día. Lo correcto sería decir el Día de la Niña y el Niño. Pero por costumbre utilizamos el masculino genérico, para designar a todos los individuos, incluyendo hombres y mujeres.
Porque si no, diríamos algo así como “todas las individuas”. ¿No crees?
—No, Abuelito. Aunque nos cueste un poco más de tiempo, y esfuerzo acostumbrarnos, ya no debemos negar la existencia de las mujeres, ni minimizarlas más y darles su lugar desde el momento de hablar.
—Tienes razón. ¡Vamos a celebrar el Día de la Niña y el Niño!
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—Ya llevamos media hora caminando, ¿a dónde me vas a llevar?
—Serenidad y paciencia. ¡Hemos llegado!
—¿El Museo de la Ciudad?
—¡Sí! Mira, es por acá. ¡Vente!
—¿Cómo sabes? ¿Tú ya viniste?
—Sí. Justo por eso te traje. Quiero regalarte esta visita al Museo para presentarte a: “KA-LI-MÁN ¡El hombre increíble!” Muévete como quieras en estas dos salas y el pasillo de objetos visuales y después vamos a la sala del fondo donde están proyectando cortos de sus películas.
—Abuelito, ¿qué no era Kalimán una radionovela que oías cuando yo era chiquito?
—¿A poco te acuerdas?
—Se me hace como muy lejos, pero sí medio me acuerdo… ¡Mira esta frase! “Serenidad y paciencia, mi querido Solín, mucha paciencia”. ¡Jajajaja! ¡Así me dices siempre que me enojo, desde chiquito!
—Es una de las frases más identificativas de Kalimán. Pero, ¡mira! Allá hay más
—“La venganza en mala consejera”, “El valor consiste en vencer el miedo”, “Ataquemos el mal con la justicia”, “No hay fuerza mas poderosa que la mente humana, y quien domina la mente, lo domina todo”. ¡Esa está padre! “El que siembra vientos, cosecha tempestades”.
—Esta a mi me gusta mucho: “A veces la realidad es increíble”, es como ese dicho que siempre decía Lolo Navarro, mi primera maestra de Teatro: “La realidad supera a la fantasía”. Vamos a la sala de proyecciones.
—¡Qué padre! Quiero ver esa película. Pero la han de haber filmado hace mil años, ¿no?
—Pues ni tantos. La chica guapa de la película es Susana Dosamantes. ¿Qué? No pongas esa cara. Es la mamá de Paulina Rubio.
—¿En serio? Pues se ve que ella sí era muy guapa. ¿Cómo conociste tú a Kalimán?
—De niño, no teníamos tele. Así que solo escuchábamos la radio. Mira, allí dice que en 1963 salió la radionovela. Ahí lo conocí. Nos sentábamos a merendar, mientras oíamos sus aventuras. Y si nos portábamos mal, mis hermanos y yo, nos íbamos a dormir sin cenar ni oír a Kalimán. Aunque luego nos contábamos qué había pasado. Ya después con la tele, se nos fue olvidando un poco.
—Pero, yo en ese año ni nacía todavía.
—Mira, sigue leyendo. Aquí dice que estuvo al aire transmitiéndose durante 37 años. Por eso alcanzaste a oír algunos de sus capítulos antes de que me fuera de mojado. Era el tiempo en que los cuentos, así les llamábamos a los que ahora ustedes les dicen “cómics”, estaban de moda en México.
—¿Salían así como “El hombre araña”, “Batman” y “Superman”?
—Así merito. Orita vamos a la otra sala, para que veas las portadas del siglo pasado de todos esos. ¡Se publicaron 1,308 números de “Kalimán”! Mira, aquí están en las vitrinas algunos de los ejemplares de los que te digo. Solo que en aquel tiempo también existían “Lágrimas y risas”, “Memín”, “Chanoc”, “¡El Payo!”, que era mi cuento favorito. Bueno, con decirte que ¡hasta Irma Serrano, tenía su propio cuento!
—Y esa, ¿quién era?
—Ay, Hijo… ¡Búscala en Internet!