Pasaron dos años para que el Festival de Comunidades Extranjeras volviera a realizarse en Querétaro, y los habitantes de la capital estatal, locales y foráneos, no dejan pasar la oportunidad de disfrutar del evento que reúne, en esta ocasión a 49 países de cuatro continentes.

Este año la sede es el Querétaro Centro de Congresos. El último se llevó a cabo en el estadio Corregidora, hace dos años. En 2020 y 2021 la reunión se suspendió por el Covid-19.

Ahora, en 2022, aunque un poco más lejano, el festival mantiene su poder de convocatoria. En el estacionamiento del Centro de Congresos se ubica la taquilla, donde los visitantes pueden adquirir sus boletos, en caso de no haberlos comprado con anticipación.

Ya está de regreso el encuentro multicultural
Ya está de regreso el encuentro multicultural

Luego se accede al sitio, tras pasar un filtro de revisión, muy al estilo de los duelos de futbol. Los paseantes no pueden pasar cigarrillos ni encendedores. Sólo faltó que quitaran los cinturones, como en el estadio Corregidora.

Incluso, a una joven  le dicen que no puede pasar con una pequeña botella de líquido sanitizante a base de alcohol. “No se permite el ingreso de bebidas”, le dicen a la mujer, quien explica que no es para tomar, sino para limpiarse las manos. “Seguimos en alerta por el Covid”, enfatiza al  vigilante, quien pretende cumplir la orden de no ingresar alimentos ni bebidas alcohólicas a rajatabla. Luego de unos minutos, el vigilante cede.

Tras cubrir la distancia que separa el estacionamiento del Centro de Congresos y su espacio para eventos, un vigilante ofrece gel antibacterial. La amabilidad contrasta con la aspereza de los jóvenes del primer filtro.

Dentro, los visitantes pueden apreciar los diferentes stands de las diferentes naciones representadas. Los primeros en mostrarse son los países africanos y de Medio Oriente. Egipto recibe a los visitantes con un personaje mezcla de momia y faraón zombie, quien pide cuota voluntaria por tomarse una foto a su lado.

Los países de Medio Oriente destacan por la cantidad de productos finamente elaborados. Desde prendas de vestir, hasta lámparas, maquillajes de hena, perfumes, cafeteras. Hay de todo, muy vistoso y atractivo.

Es una de las características de esas naciones. También lo es de los países latinoamericanos, quienes además de sus comidas típicas ofrecen diferentes tipos de artesanías, diferentes en sus formas, pero muy similares en esencia.

Sí el visitante se acerca al stand de Colombia o Costa Rica, el olor a café es representativo, como lo es en el puesto de Estados Unidos, con sus palomitas de maíz. Al igual que la cerveza en los Países Bajos, Irlanda e Inglaterra, aunque éstos últimos también ofrecen té.

Otros stands de países europeos, además de la cerveza, ofrecen comida y  pocos tienen artesanías locales, como Polonia, Ucrania, Rusia y  Croacia. Otros, como Alemania, ofrecen  cerveza y salchichas. El vaso de la bebida se vende en 99 pesos, mientras que las salchichas alcanzan poco más de 80 pesos. Pero todo sea por el gusto de beber la que, dicen, es una de las mejores cervezas del mundo y de las mejores salchichas también del mundo.

Enrique Ruiz Rojas atiende a la gente que se acerca al stand de Ucrania a observar sus productos típicos, como muñecas y cuadros religiosos de la tradición ortodoxa, que en esta tierra llaman la atención.

Fotógrafo de profesión, Enrique explica que luego de dedicarse al fotoperiodismo e incluso trabajar para un presidente de la República, decidió retirarse para fotografiar los Pueblos Mágicos. En Cadereyta de Montes, explica, fue donde conoció a su esposa, quien había acudido como turista.

“Estoy representando a Ucrania, porque mi novia, mi pareja, teníamos seis años de estar juntos. Vivía en Cadereyta de Montes. Tomando fotografías del planetario de Cadereyta, coincidí con Galina, que iba de paseo turístico en un grupo de extranjeros. Ahí nos conocimos y la historia nos juntó.

En esos seis años he vivido de cerca lo que es Ucrania. Mi suegra, su mamá, nos vino a visitar hace dos años y medio. Conocí más de cerca lo que está viviendo Ucrania, porque ella, mi suegra, está viviendo en Kiev. Estoy muy involucrado con Ucrania porque la apoyo en todos los sentidos”, narra.

Comenta que la convivencia con una persona de una cultura tan diferente. Dice que lo que los unió es que Galina, su pareja, es una mujer muy responsable, con mucho sentido de la familia, además de que es muy hogareña, al igual que él, por lo que hicieron una buena mancuerna. Incluso respetan sus credos diferentes, pues él es católica, mientras que ella es católica ortodoxa. “Nos respetamos en la cuestión religiosa”.

Enrique añade que le ayudó a tener una mejor comunicación con su esposa fue que vivió durante un tiempo en Polonia y las costumbres de ambas naciones son semejantes, por lo que ya tenía un antecedente. Enrique es parte de los personajes que se pueden encontrar en el festival.

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