Más Información
El 17 de marzo de 2020 fue el último día de normalidad en Querétaro. Ese día, Carla fue por su hijo a la escuela. Fue el último día de clases presenciales para el menor. Las maestras les informaban a los padres de la forma en la que trabajarían en los próximos meses. Confiaban en un regreso en unas semanas, un mes, dos a lo mucho. Ha pasado un año y la normalidad parece aún lejana.
Alejandro, ingeniero en Sistemas, también recuerda el inicio de la pandemia en Querétaro, cuando se conocieron los primeros casos de Covid-19 en la entidad, de la incertidumbre sobre qué pasaría con la escuela de los niños en el confinamiento.
“Despertar y te digan que vas a trabajar desde casa.. Al principio lo verían como algo padre, el sueño de mucha gente. Se cumplió el sueño de muchos, pero al decirlo no sabíamos lo que pensábamos [y vendría]. De inicio, puedo decir que fue divertido, los primeros días los disfruté, por estar tus hijos, tu esposa, jugar con ellos, pero sin pensar en qué estaba pasando en el entorno. Afuera había una enfermedad”, narra.
Alejandro, padre de una niña de seis años, indica que su hija terminó la preprimaria en casa y comenzó la primaria igual, una transición que implicó nuevos retos, pues las tareas, las actividades y las clases eran diferentes en uno y otro nivel.
En tanto, Carla recuerda ese último día de actividades. “Llegué a la escuela. Los papás estaban vueltos locos. El gobernador del estado había anunciado apenas unos días antes el confinamiento en el estado, luego de conocerse los primeros casos de Covid-19 en Querétaro. El confinamiento comenzaría el 23 de marzo. Pero no fue así. Comenzó antes y a todos nos agarró desprevenidos”, afirma.
“Pensamos que serían como vacaciones. Creímos que sería sencillo, que serían 40 días, al final, era una cuarentena. No pensamos que sería medio año de confinamiento estricto y luego salidas esporádicas, sin regresar a la normalidad”, dice.
Muchos ciudadanos se quedan en casa
Trabajan a distancia. Los niños toman clases frente a una pantalla, con maestras que piden a los niños en pijama y despeinados, apagar sus micrófonos, que los abran sólo para responder.
Las sesiones de Zoom para escuela o juntas de trabajo se hacen normales. Papás e hijos pasan horas frente a las computadoras. Juntas, clases, reuniones familiares a distancia.
Alejandro apunta que cumplir con el trabajo implicó otro reto, pues aunque muchas cosas sí se podían hacer en casa, otras era imposible hacerlas.
“Uno aprende a vivir con la situación. Hace un año no me veía usando un cubrebocas a estas fechas. Tienes que aprender de las situaciones diarias y a vivir con ellas”, subraya, al tiempo que explica que aprendió a dividir actividades con su esposa, tanto en las labores del hogar como en la educación de su hija. La nueva normalidad los hace trabajar aún más en equipo.
Alejandro reconoce que este año lo ha cambiado de manera radical. Dice que nunca pensó que la emergencia sanitaria fuera a durar tanto. Los planes que tenía junto con su esposa para 2020, como remodelaciones en su casa, quedaron en pausa. Para este año la posibilidad de cambiar de coche, también se suspende, porque no hay certidumbre laboral.
“Cuando comenzó la pandemia era una locura porque todo mundo iba a los súpermercados a comprar víveres. A lo mejor no me veía formado con ellos… uno trataba de planear la situación. No podías gastar lo que acostumbrabas porque no sabías cómo se iba a poner. Empiezas a escuchar las noticias de desempleo… ese miedo o inquietud de no saber cuándo te toca a ti, hace que frenes en varias cosas. Tienes que planear mejor los gastos; guardar por si alguien llega a enfermar de Covid, que es muy cara”, añade.
Las relaciones humanas cambian
Los cumpleaños se celebran en solitario, con la familia más cercana en casa y a través de un dispositivo con familiares. Se cantan las mañanitas, se mandan abrazos. En algunos casos se envían regalos por paquetería.
Las dinámicas de las compras se hacen diferentes. En los mercados y súpermercados se ve a hombres con listas en mano, haciendo de prisa las compras. Buscando en los pasillos los productos básicos para los alimentos y, también muy importantes, los artículos de higiene personal y para el hogar.
Los rituales al regresar a casa se convierten en normalidad nueva. Lavar todo lo comprado afuera de casa con abundante agua y jabón. Descalzarse antes de entrar, quitarse la ropa y lavarla de inmediato, para luego bañarse, con el propósito de deshacerse de los posibles virus con los que se pudo estar en contacto.
Los padres y hermanos no se han visto en un año. Se les habla por teléfono, a través de videollamadas, pero no es lo mismo. Una visita podría ser mortal.
La mayoría de las familias pasan lo mismo: llamadas telefónicas. Muchos adultos mayores no saben utilizar los móviles inteligentes. Se les complica una videollamada o una reunión en Zoom.
Las relaciones de pareja cambian
Para muchos la pandemia fue la ocasión de reencontrarse con sus parejas. Para otros, el detonante para una separación.
Las redes sociales, en especial Facebook, se convirtieron en esenciales para saber noticias de familiares y amigos. Se hurga en los perfiles, se comparten noticias, mensajes de esperanza, chistes, memes, pero también esquelas y mensajes de despedida para seres amados que murieron por la pandemia.
A un año del inicio del “Quédate en casa” en Querétaro la vida comienza a retomar parte de su dinámica, aunque nada volverá a ser igual. Las relaciones humanas, las laborales, la visión del futuro, los intereses, los proyectos de vida. Ahora todos ellos giran en torno a un virus que le cambió la cara al mundo.