El sonido del relinchar de un caballo, el balido de un borrego o el canto de un gallo, junto con la proliferación de colores, son algunas de las herramientas que se utilizan para estimular los sentidos en personas que por una discapacidad los han ido perdiendo.

Esto es que lo ofrece una de las áreas de la Unidad Básica de Rehabilitación (UBR) del municipio de Corregidora, en el Cuarto de Estimulación Multisensorial, explica Ireri Santos Tavera, fisioterapeuta y responsable de este servicio.

Ahí se trabaja la estimulación de todos los sentidos entre ellos vista, olfato: “estos espacios son para toda la gente de todas las edades, aunque principalmente se trabaja con niños que presentan alguna discapacidad como una parálisis cerebral”.

También en este espacio se tiene un equipo con diferentes sensores, cada uno de diferentes colores, que al tocarlos se escucha una voz que nombra a cada color, y este ejercicio estimula el sentido de la memoria para quienes la han ido perdiendo.

“Con este ejercicio además los niños también les ayuda a recuperar sus movimientos motrices, auditivos, sensorial y una parte del tacto”, explica

También en el interior de este espacio hay espejos y una bola giratoria, idéntica a la que se usaban en las discotecas de los años setenta y ochenta, que ayudan a estimular los reflejos. Además hay una hamaca con que se impulsa la estimulación vestibular.

“Aquí, en conclusión, estimulamos todos los sentidos, principalmente con niños, aunque también se trabaja mucho con adultos que presentan alguna discapacidad como es el caso de síndrome de alzhéimer”.

De igual forma se tienen uno muñecos de peluche que con el apoyo de un sensor, “son un instrumento que ayudan a caminar a los niños”.

Afectaciones por la pandemia

Gloria Ortiz Colchado, jefa de la Unidad Básica de Rehabilitación (UBR) que opera el DIF de Corregidora, explicó que en el lugar se dan terapias físicas y atención médica a personas con lesiones musculares neurológicas o cualquier otro tipo de discapacidad.

“Cuando tienen un dolor o molestia los obliga a venir a la UBR, aquí les damos entre otras cosas terapia psicológica, del lenguaje, pero por la pandemia se suspendió esta última debido a que la población infantil, vulnerable en este momento, es quien básicamente solicita el servicio”.

En este momento, agregó, la UBR ha dejado de atender niños menores de 13 años y adultos mayores de 65 años, debido a que son población vulnerable, “además de que en este momento no podemos tener un aforo mayor al 30% de la capacidad que tiene la unidad. Por día se atienden entre 50 y 70 pacientes”.

Recordó que por cuestiones sanitarias de la pandemia del Covid-19, la UBR estuvo cerrada durante dos meses, “abrimos nuevamente el 22 de junio y durante ese tiempo muchos pacientes tuvieron que padecer el dolor de su enfermedad y no se les pudo dar atención y estos pacientes al retomar su rehabilitación tuvieron que empezar de cero pues órgano que no se usa se atrofia y lo mismo sucede con los músculos”.

La UBR, expone, ya tiene 11 años de vida y en este momento por la pandemia únicamente trabaja al 30% de su capacidad, un ejemplo de ello es que ante de la epidemia un terapeuta atendía a tres pacientes por hora y ahora sólo da servicio a uno, “esto nos ayuda a tener en el interior una sana distancia, sin duda estamos con un aforo muy disminuido”.

Desde del día de la reapertura del servicio hasta esta fecha, destaca, la UBR ha brindado más de 2 mil terapias físicas, además de que en este periodo, también por la situación de la pandemia, se han tenido que ofrecer más de 200 terapias psicológicas, “es un servicio que se demanda mucho en este momento debido a la ansiedad y depresión que provoca el encierro”, platica.

Instalaciones modernas

El 70% de las personas que acude a la UBR lo hace para lleva a cabo una terapia física y los servicios que se ofrecen, destaca, tienen tarifas simbólicas, “pues al paciente que acude por primera ocasión no se le cobra la consulta, lo único que cobramos es la terapia, con un costo de 35 pesos, que es el precio mínimo hasta el máximo que es 400 pesos, todo depende del estudio socioeconómico que se haga con el usuario. Nuestras tarifas son cuotas de recuperación. Damos servicio de lunes a viernes de las 7 a las 16 horas”.

Las instalaciones, subraya, no son obsoletas y “eso es un plus” para la población de Corregidora, que demanda terapias de rehabilitación, “por eso creo que estamos en condiciones ya de convertirnos en un centro de rehabilitación, pues lo único que ellos ofrecen y nosotros no son las terapias ocupacionales, que se les da un paciente que perdieron una extremidad y requieren atención para que estos pacientes retomen su vida que tenían antes sin la necesidad de depender de otras personas”, indica.

Ireri Santos Tavera añade que “en la UBR también tenemos instalaciones para atender dolores de hombro, lesiones en la columna y rodilla, que en este momento no cuentan por la pandemia no se les está ofreciendo el servicio de hidroterapia”.

En la sala de terapias musculares, explica, se aplican electroterapias, mecanoterapia, que son para recuperar movimiento y también se trabaja con compresas para que disminuir los dolores musculares en el paciente.

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