Los jóvenes ríen y se hacen bromas entre ellos mientras forman figuras en el piso hechas con aserrín pintado. Coordina fray Luis Enrique García, quien diseñó el tapete en honor a la virgen de El Pueblito, que desde ayer permanecerá en el templo de La Cruz por tres días.

Desde hace tres años fray Luis Enrique se encarga de la elaboración de este tapete. El mismo tiempo que lleva viviendo en el convento aledaño al templo. Vestido de pants gris y sudadera blanca, el fraile revisa el trabajo de uno de los tantos jóvenes que ayudan con esta labor.

Los muchachos y frailes que participan en la elaboración del tapete se toman un descanso para desayunar . El cielo nublado amenaza con lluvia, pero eso poco importa a Luis Enrique y sus compañeros. Deben terminar la obra.

Muchas personas se detienen a preguntar a los jóvenes el motivo del tapete. Reciben la explicación y toman fotos.

Las manos de Luis Enrique están teñidas de rojo, por la pintura que se usa para dar color al aserrín que, dice, se consigue en aserraderos de donde se trae en costales.

Un gran trabajo efímero lleno de fe y devoción
Un gran trabajo efímero lleno de fe y devoción

Él está encargado del diseño, “siempre inspirado en lo que va marcando la iglesia. El año pasado fue el de la misericordia, este año es el de la juventud, por eso en el centro vemos el logo de la juventud, acompañado de otros dos, el del Sagrado Corazón, y la Cruz”, explica.

Dice que para la planificación y elaboración se llevan alrededor de un mes, pues lleva su tiempo conseguir el aserrín. Señala que tienen que apartar el material porque en estas fechas El Pueblito, que también elabora su tapete para recibir a la virgen en su regreso, ocupa mucho material.

Por lo regular consiguen el aserrín en Acámbaro o en pueblos cercanos. Ya que tienen el aserrín se compran los pigmentos de acuerdo al diseño. Después dedican cinco tardes al teñido del material.

“Es un proceso pesado porque lo hacemos en tinas grandes. Es costal por costal. Primero hay que humedecerlo, luego calcular el colorante para que quede uniforme el tono, que luego es un problema porque la madera viene de diferente color; se debe seleccionar el aserrín para saber qué color podemos usar”, comenta.

Luego, el aserrín ya teñido se guarda en bolsas de plástico bien cerradas para que mantenga la humedad, porque puede perder tonalidad. Ya con la cantidad de aserrín que se necesita, precisa, se almacena, y el día de la elaboración del tapete se saca. Se necesitan alrededor de 240 kilos de aserrín.

Indica que su trabajo comienza a las 4:30 horas de la mañana, pues se levanta a trazar con gises los dibujos y figuras. Otros se hacen con molde, pero en total trabajan alrededor de 30 religiosos y seis jóvenes voluntarios, a quienes coordina para la elaboración del tapete.

Como responsable, debe de indicar los colores que deben de usarse y cómo se procede, pues hay que acomodarlo y delinearlo, para que las figuras queden lo mejor posible, y sean reconocibles.

Posterior al acabado se debe de regar con un aspersor de los usados para fumigar, para que no pierda color, y sólo queda esperar el arribo de la Virgen alrededor de las seis de la tarde, desde templo de San Francisco, de donde sale alrededor de las cuatro y media de la tarde, pero su avance es lento porque es acompañada de danzas.

“Ella (la Virgen) es la primera que lo pisa, y durante la celebración se mantiene intacto, la gente se acomoda alrededor, pero una vez terminada la celebración el personal de limpia del municipio hace favor de recoger.

Un gran trabajo efímero lleno de fe y devoción
Un gran trabajo efímero lleno de fe y devoción

“Hacer el tapete es un trabajo muy pesado. Implica tiempo, esfuerzo, dinero —los pigmentos son un poco costosos— pero que lo hacemos con mucho gusto, sobre todo los frailes, que somos los que organizamos esta labor, con un tinte de evangelización, pero también con mucha fe y mucha devoción, pues es una vez al año que nos visita nuestra madre de El Pueblito, patrona de nuestra provincia, y tenerla en la casa (La Cruz) podría parecer poco, pero para nosotros es importante”, abunda.

Añade que mucha gente le preguntó en el transcurso de la mañana cuántos días estaría ahí el tapete, a lo que les respondió que era sólo unas cuantas horas, que era mucho trabajo al que se le dedica mucho tiempo para que permanezca de manera efímera, apenas unos momentos, pero que vale la pena. “Santa María de El Pueblito nos lo recompensa”, enfatiza.

Arrodillados, en cuclillas, o simplemente agachados, quienes elaboran el tapete trabajan detallando las figuras. La labor no es sencilla, pues deben de tener cuidado de no maltratar lo ya hecho, así como hacer las figuras de la manera adecuada. Fray Luis Enrique da los últimos detalles a la figura del apóstol Santiago, pues dentro de las imágenes que forman el tapete está el escudo de la ciudad.

Verlo terminado es una satisfacción indescriptible, porque lo que se me ocurrió en la mente y plasmé en una hoja, ahora es material. Que la gente venga, que le tome fotos, que me pregunte, es algo que me deja satisfecho, porque tiene la repercusión que estoy buscando, es el sentido evangelizador, que la gente se lleve un mensaje, pero el momento más importante es cuando Santa María de El Pueblito lo pisa”, asegura el joven fraile.

bft

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