Albert Martínez guarda sus dos boletos en el bolsillo del pantalón. Es de los más de 10 mil aficionados que disfrutarán en el Estadio Corregidora del inicio del torneo Apertura de la Liga MX, cuando este jueves Gallos reciba la visita del América.

Al estadio llegan los aficionados con la esperanza de encontrar un pase. Luego de más de un año de sequía futbolística, el coso del Cimatario recibirá aficionados, aunque con la sombra del Escenario B.

En las inmediaciones del inmueble, el movimiento es intenso. Un autobús del Club Querétaro está estacionado afuera del lugar y hay otro al interior, a lado de la sala de prensa.

Ayer los Gallos entrenaron en el estadio y los aficionados, fieles a sus colores, acudieron para ver a sus ídolos al salir y, con suerte, obtener un autógrafo.

Albert explica que como abonado de Gallos tuvo prioridad para comprar boletos; fueron dos los que le vendieron. Desde principios de semana los accesos estuvieron escasos.

“Los boletos se acabaron el martes”, dice uno de los empleados que atiende en las taquillas. Señala que sólo el 30% de la capacidad del estadio estuvo disponible. La capacidad del estadio, de acuerdo a la Liga MX, es de 34 mil 107 aficionados; 10 mil 232 aficionados podrán estar presentes en el partido de hoy.

Albert detalla que compró sus boletos en línea, y acudió a las taquillas del estadio sólo a recogerlos. Afirma que no le dieron alguna instrucción en especial para acudir al partido, como llegar con anticipación o alguna otra medida. Dice que él estará atento a la información oficial si por razones sanitarias se llega a cancelar el partido o hay alguna medida por parte de las autoridades de Salud del estado.

“Solamente compré dos boletos. Tengo mi bonogallo, pero compré dos boletos para mis papás, quienes no vienen seguido, pero a este partido sí acuden. No hubo ninguna instrucción [por la emergencia sanitaria]”.

Albert apunta que desde que comenzó la pandemia por el virus SARS-CoV-2 no volvió al estadio. Su rutina de cada 15 días, de reunirse con amigos y conocidos en las gradas del coso del Cimatario, se vio interrumpida por la emergencia sanitaria que afecta a todo el mundo.

Los gritos de gol, las porras, los cantos, los abrazos con los “hermanos de colores” quedaron guardados.

“Lo que más se añora es estar con el grupo de gente con la que cada 15 días se reunía para estar alentando al equipo. Esta vez entendemos cuál es la normatividad y qué es lo que nos piden para evitar el contagio de Covid, que es mantener la sana distancia”, subraya.

Agrega que en lo personal llevará su cubrebocas para estar dentro del estadio. Gel antibacterial, no, pues duda que dejen entrar a los aficionados con los botes del producto, aunque espera que dentro del estadio sí haya sanitizante.

A la taquilla llega otro joven. Pregunta al personal que atiende y unos cuantos segundos después se retira.

“Me dicen que ya no hay. Que se acabaron desde el martes y que sólo están entregando a los abonados que compraron”, señala el aficionado mientras se marcha de la zona.

La única opción para aquellos aficionados que quieren volver a ver a sus Gallos en el estadio está en la reventa, y que se hace presente.

Alrededor de las taquillas los revendedores ofrecen los boletos a los aficionados que ya no alcanzan. “El de hasta abajo te vale 800 pesos, güero”, ofrece uno de estos personajes a un seguidor queretano.

Luego, da una explicación, a su modo, de cuántos boletos se pusieron a la venta, cuánto es el 30% de ocupación del estadio, y cuánto tiempo ha pasado desde el último partido del Querétaro en casa (que fue en la última fecha del torneo pasado).

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La estrategia de venta no funciona con el “güero”. El hombre no se desanima. Sabe que puede colocar sus boletos pronto con otros aficionados.

Otro revendedor cierra la operación con un hombre. Intercambian el dinero y los boletos y se retiran en direcciones contrarias.

Revendedores y aficionados se mezclan en la entrada que da a la sala de prensa del estadio. Un camión de una marca de agua espera que le den el visto bueno para pasar a dejar su mercancía, mientras una decena de personas espera bajo las sombras de los escasos árboles que hay en los alrededores.

Todos esperan pacientemente. En un momento, arriba una patrulla de la Policía Municipal de Querétaro. La unidad se detiene a lo lejos.

Los revendedores no se inmutan, apenas se dicen unos a otros que llegó la unidad policial. Pero no más. La patrulla permanece unos momentos en el lugar y se retira.

Dentro de la zona de estacionamiento del estadio el movimiento es discreto. Un grupo de jóvenes le dicen al vigilante de la puerta que van a comprar agua. El hombre que cuida la puerta les encarga también una botella del líquido.

La reanudación de la liga con aficionados en los estadios, al menos en el Corregidora, significa ingresos para muchas personas, desde vendedores de cerveza y alimentos al interior del estadio, hasta franeleros en los alrededores, vendedores de camisetas y banderas, pasando por los revendedores.

El balón volverá a rodar, aún con la amenaza de más contagios de Covid-19 y del tan temido Escenario B.

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