¿Qué le dirías al basquetbol si este fuera una persona? “Te amo, creo que es el te amo más sincero que podría dar, a veces es difícil decir esa palabra, pero yo creo que al basquetbol no me costaría nada de trabajo decírselo”, son palabras de Miguel Eduardo Ramírez Campos, mejor conocido como El Demonio de Azcapotzalco o Tama, jugador de Libertadores de Querétaro.

Miguel se abre camino en el basquetbol profesional de México como uno de los pocos nacionales que está presente en la Liga Nacional de Baloncesto Profesional (LNBP).

El guardia de la quintenta naranja llegó a Querétaro luego de que lo eligieran en la segunda ronda del primer draft que realizó la LNBP; Ramírez se mostró muy contento de llegar a Libertadores, equipo al que desde un inicio quería ir.

En su primer año estuvo nominado a novato del año y se convirtió en capitán del equipo queretano.

“Es una liga complicada, porque a pesar de que estamos en México hay muchas plazas para mexico-americanos, y hay muchos que ni siquiera lo son. Es difícil porque somos contados los que somos mexicanos, crecidos y desarrollados en México que estamos jugando en esta liga, es una motivación porque abro paso a otras generaciones de mexicanos, y si no lo hago yo será más difícil para ellos encontrarse en mi posición”, menciona.

Una vida dedicada al basquetbol

Con padres basquetbolistas, no fue extraño que Miguel y sus hermanos se dedicarán al deporte ráfaga. Sus primeros pasos en una duela fueron a los 9 años, a los 16 años ya formaba parte de una selección mexicana con quien participó en el Campeonato Centroamericano Sub 16 en Costa Rica, torneo que atesora porque en aquella ocasión México fue campeón y Tama salió de la duela como el jugador más valioso.

“Mi mamá y mi papá eran basquetbolistas, así que desde [que estaba en] brazos crecí en una duela de basquetbol. Al principio no me gustaba mucho porque era ir todos los fines de semana, ir al gimnasio y a los juegos, hasta que mi mamá me obligó a ir a entrenar y me dijo que si no me gustaba lo dejaba por la paz, pero quedé enamorado del juego”, explica.

Miguel no solamente es un crack en la duela, resultó bueno para los números, y gracias a su talento deportivo, logró una beca en el Tecnológico de Monterrey campus Toluca para estudiar Ingeniería Mecánica, donde fue seleccionado y logró un campeonato en primera fuerza.

“Como era muy bueno con las matemáticas no me gustaba hacer tareas, prefería poner atención en clase y hacer el problema ahí, se me hacía más fácil, porque llegaba al examen sin estudiar tanto y me iba más o menos, si hubiese estudiado más, me hubiese ido mejor”, apuntó.

Algunos altibajos

Luego de la universidad, su carrera como basquetbolista profesional ha tenido altibajos, tras tres temporadas en Querétaro, Miguel sigue preparándose para tener un lugar en el cuadro titular en cada uno de los juegos que disputa.

“El cambio es difícil en cuestión de que ya no eres el jugador que juega los 40 minutos, aquí tienes que acoplarte a lo que quiere el club y los entrenadores, pero en Libertadores se me hizo muy fácil, porque todos me apoyaron en mi primer año, apoyan mucho el talento nacional y creo que eso ha sido muy bueno para mí, me ha ayudado a crecer, desarrollarme en todas las ligas del país”, menciona el jugador.

Fuerza mexa

La LNBP es una liga que se caracteriza por tener uno de los mayores espectáculos dentro del deporte profesional en México, apuestan bajo la premisa del gusto mexicano por lo extranjero, y así lo dejaron saber esta temporada (2019-2020). La liga aumentó a 18 franquicias y todas ellas con el permiso, bajo reglamento, de poder sumar cuatro jugadores extranjeros a su plantilla, lo que le resta la posibilidad de titularidad a los mexicanos.

“Mucha gente se está dando cuenta, mucha gente lo pide y lo dice, que no hay apoyo a los mexicanos, entonces decirle a la gente que siga apoyando y asistiendo a los juegos, es otra manera de ayudar, comprar tu boleto, comprar la playera, todo eso ayuda al crecimiento de la economía del deportista mexicano”, apunta Miguel Eduardo.

Con la filosofía y convicción de impulsar lo hecho en México, Ramírez Campos ha creado la academia Fuerza Mexa, donde imparten clases de baloncesto a niños desde los 6 años, y a jóvenes a partir de 15, así como a los adultos.

La idea es crear un semillero de basquetbolistas mexicanos que cuando crezcan puedan aspirar a una beca deportiva, y por qué no, a ser los próximos que representen a nuestro país por las duelas del mundo.

“Es un servicio que le damos a Libertadores, esta empresa nace por la cuestión de que no se le da el lugar a los mexicanos en una liga profesional, entonces es lo que queremos impulsar, el apoyo y la difusión desde que empieza a los 9 años, hasta jugadores profesionales. A veces lo que nos hace falta como mexicanos es mostrar una esencia de juego, para sobresalir, como en otros países, que en lugar de imitar el estadounidense, ellos crean su esencia y de ahí nace Fuerza Mexa”, sentencia.

El primer campeonato de Libertadores y la creación de un complejo deportivo para apoyar a los basquetbolistas nacionales son los sueños a los que se aferra Miguel Ramírez. “Soy una persona que me tomo muy en serio al basquetbol, dentro de la cancha trato de sacar lo que traiga, trato de convertirlo y usarlo como motivación, cada situación, porque al final somos seres humanos, y pasamos por desamor, peleas, lo que sea, vas y lo sacas en la cancha, me considero una persona que nunca se va a rendir”, señala.

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