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Para Vianca Labastida Contreras, no hay nada que celebrar este 10 de mayo, porque a siete años del feminicidio de su hija, sigue esperando justicia.
Ella es una de las mujeres que lejos de los regalos y las felicitaciones por el Día de las Madres, enfrenta días de tristeza y dolor; y que, aún con el alma rota, sobrevive a su pérdida y sigue luchando.
Este año tampoco tendrá el mejor regalo que como madre esperaría: el abrazo de su hija. Solo le quedan los recuerdos y la fuerza para buscar justicia.
A Vianca Labastida le arrebataron a su hija, Vianca Fernanda Moreno Labastida, el 21 de febrero del 2018; y con ello, le arrebataron el derecho de verla casarse y el derecho de ser abuela.
“Yo soy una mamá invisible, hasta que yo no tenga justicia, no puedo volver a ser madre, a mí me arrebataron a mi hija, me arrebataron muchos derechos que nadie entiende”, señala.
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Con lágrimas y el dolor en el alma, asegura que, así como su hija estuvo dos horas 40 minutos luchando por su vida en un hospital, ella no descansará hasta meter a la cárcel al responsable de su feminicidio.
“No puedo abrazar a mi hija, cómo me dirían a mí, —una madre que pierde a su hija— no hay palabras, el día que fui a enterrar a mi hija, se lo prometí, que nunca iba a descansar hasta meter al feminicida a la cárcel”, señala.
Vianca Labastida es originaria del Estado de México y llegó a Querétaro hace más de 32 años, buscando una mejor calidad de vida para ella y para su única hija.
Estudió comunicación. Trabajó para una cadena de hoteles y restaurantes, posteriormente se incorporó a la empresa Black and Decker.
Más tarde, comenzó a dar capacitaciones en materia de seguridad e higiene, y estudió la Licenciatura en Derecho. Siempre fue una mamá luchona, que trabajó incansable.
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La mataron con odio
Su hija se fue a los 17 años a España para estudiar diseño de modas. Vivió diez años en San Sebastián, donde la concentración de la ETA está muy fuerte, y nunca le pasó nada.
Después regresó a México con su novio, y decidieron vivir en Playa del Carmen, Quintana Roo; luego de separarse, ella se mudó con una compañera.
Vivió cuatro años en aquella ciudad, donde estudió la Carrera de Administración en la Universidad Maya, pero “nada más regresó a su país a que la mataran”. Un día inesperado, Vianca recibió la peor noticia: la muerte de su hija.
“El 21 de febrero de 2018 la matan en su casa, al principio dijeron que era un robo con violencia, pero al momento que yo exhumé su cuerpo me di cuenta que la mataron con muchísima violencia y odio”, relata Vianca. A la joven “le destrozaron la cara, traía fracturas múltiples en la cara, en el pómulo, en la cien, la nariz la traía fracturada, expuesta, en la quijada, en la faringe, traía ocho costillas rotas, una mano destrozada y un pie roto”.
Vianca se enteró por una llamada telefónica de la roomie, quien le dijo que Vianca Fernanda había sufrido un golpe en la nariz y que estaba sangrando.
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“Duró dos horas 40 minutos luchando por su vida en el hospital, y siempre lo he dicho, ella luchaba por su vida porque no me quería dejar sola, quería vivir y desgraciadamente los paramédicos no hicieron nada”.
Desde entonces, ha luchado para que se haga justicia. Logró que se reclasificara el caso a feminicidio. Incluso la Fiscalía General del Estado le ofreció disculpas por la irregularidades en el caso.
“Hace dos años vinculé a proceso a una presunta responsable, la cual la dejó salir un juez negligente. Llevo dos años de investigación, estoy volviendo a la lucha y lo más probable es que tengamos buenos resultados”.
Vianca viaja constantemente a Playa del Carmen por el seguimiento a las investigaciones.
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Su vida cambió
Antes de la tragedia, la vida de Vianca era muy normal, siempre fue alegre y fiestera:
“A mi hija siempre le transmití que tenía que ser feliz, y mira nada más, cambió mi vida 360 grados, no ha sido igual desde hace siete años, no soy la misma, probablemente los primeros años demostré fortaleza y ahorita me estoy derrumbando horrible, a veces no puedo”.
Tras la muerte de su hija, Vianca se volvió activista, fundó el colectivo Tu lucha es mi lucha, a través del cual ha ayudado a muchas mujeres y jóvenes.
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“Me dedico a ayudar, si no le hacen caso a una de mis mujeres voy y busco la última instancia para que sea escuchada, porque eso es lo que hice con el caso de mi hija, yo no me quedé con los brazos cruzados, tuve que tocar puertas”, señala.
El pasado 8 de marzo, la Secretaría de la Mujer del Municipio de Querétaro le entregó a Vianca Labastida, el premio a la activista del año, por su trabajo y dedicación.
El 3 de mayo, Vianca celebró el cumpleaños 39 de su hija Vianca Fernanda con una ceremonia en el Panteón del Cimatario, donde los invitados acudieron vestidos de blanco y rindieron un sentido homenaje.