“Nosotros no vendemos artículos. El tianguis navideño vende ilusiones”, dice Estela Almaraz Espinoza, presidenta del Tianguis Navideño y Festividades A.C., que cada año se instala en el estacionamiento del mercado de La Cruz, pero que en esta ocasión, por la emergencia sanitaria derivada del Covid-19, retrasó una semana su operación y bajó el número de puestos, pues de más 120 que había en otros años, actualmente hay 52.

Los localitos de nacimientos, series luminosas, musgos, pesebres hechos de madera y paja, árboles navideños, esferas y otros adornos ya ocupan su tradicional espacio, como todos los años. Sólo que ahora todo es diferente.

“Ha habido muchas restricciones por parte de la autoridad sanitaria, justo por la situación que estamos viviendo con la pandemia [de Covid-19]. Para que nos pudieran autorizar el giro hicimos un protocolo, donde marcamos las distancias, así como las medidas de sanidad y las que íbamos a tomar.

“Entre ellas, el distanciamiento social, la distancia que habría entre nuestros puestos y la gente. Nos checaron y nos autorizaron el protocolo”, abunda.

Indica que además, hay restricciones de horario, pues actualmente abren de las 8:00 a las 20:00 horas, ello a pesar de que muchos clientes suelen llegar en la noche a comprar sus adornos de Navidad.

Dice que muchos clientes llegan después de las 21:00 y hasta las 0:00 horas, lo que merma sus ventas de manera significativa.

Comenta que además de la distancia entre puestos, que debe de ser de 1.5 metros, los pasillos deben ser más amplios, de dos metros, para evitar que las personas circulen muy cerca unas de otras. Tiene que existir espacio entre los clientes.

Difícil adaptación

La comerciante comenta que ha sido complicado adaptarse a la nueva normalidad y a las medidas sanitarias que ello conlleva, pues han pasado cosas que no pensaron que ocurrirían o que se salieron de control, pero tratan de hacer todo lo que esté en sus manos para asegurar la integridad de la salud de sus clientes, pues de ello depende seguir vendiendo durante la temporada navideña.

Almaraz Espinoza explica que para determinar quiénes podrían vender se ponderó con los comerciantes, pues muchos son adultos mayores y por decisión propia, pese a tener necesidad de ingresos, decidieron no exponerse a los contagios y no vender este año para protegerse.

Otros más decidieron no instalarse, pensando que no habría buenas ventas por la emergencia sanitaria.

Con apenas 12 días trabajando, Estela dice que la gente, sus clientes tradicionales, se desconcertaron cuando no los vieron instalados como cada año.

Ahora, muchos vuelven y les expresan que les da gusto verlos instalados, pues es una tradición que no debe de perderse a pesar de la pandemia, aunque debe de llevarse a cabo con mayores y estrictas medidas de sanidad.

“Este es un mercado tradicional. No podemos romper con las costumbres y las tradiciones de la gente. Muchas personas ya compraron cosas, que fue otra desventaja, que ya hubiesen comprado en otro lado, por el tiempo en el que nos pusimos, mucha gente ha venido a comprarnos”, destaca.

La presidenta del tianguis navideño enfatiza que aunque las ventas no son las mismas que en otros años, no se pueden quejar de que no han vendido, pues para los queretanos, sin importar en qué parte de la capital vivan, es una tradición visitar el tianguis decembrino de La Cruz.

Un año de incertidumbre

Estela comenta que ha sido un año de mucha tensión “de no saber si vivimos o no, si nos enfermamos o no. Ha sido un año en lo económico terrible para muchos, pero hemos visto la respuesta de la gente, que ahora pasa más tiempo en casa y ahora quiere vivir su Navidad más cercana, entonces he visto que compra cosas más navideñas. Ya fue mucho tiempo de vivir con miedo, y se acerca la fecha más bonita, que es la de recibir a Dios en casa”.

Agrega que más que pedirle algo al Niño Dios, le da las gracias porque las autoridades les dejaron trabajar, por lo que se siente complacida, además de agradecerle que “nos tiene con vida y con salud, porque sin fe y sin salud no somos nada”.

Frente al puesto de Estela se encuentra el de Ana María, su hermana, quien de buen ánimo señala que espera que las cosas marchen bien. Su voz denota felicidad por vender, a pesar de hacerlo con unos días de atraso, pero al final están ahí, esperando a los clientes fieles de tianguis.

Ana María vende nacimientos y pies de árbol, algunos de los cuales son piezas artísticas únicas por lo elaborado de los diseños. Indica que no hubo tanto surtido de mercancía porque muchas de las fábricas dedicadas a elaborar las decoraciones, al igual que los talleres, estuvieron cerradas durante muchos meses por el confinamiento y la jornada de aislamiento social para evitar la propagación del Covid-19.

A unos metros, en otro pasillo, Marisela Hernández elabora decoraciones con madera, musgo, piedras y figuras. Con cuidado y precisión pega las figuras de pastores y ovejas sobre la madera, para crear escenarios únicos que decorarán los nacimientos de los queretanos.

Explica que aprendió gracias a su suegra, quien vende en el tianguis desde hace más de tres décadas y que le enseñó la elaboración de las piezas artesanales. Agrega que su esposo hace los portales y pesebres.

Precisa que desde octubre comienzan los preparativos para la venta de diciembre, con la recolección de material y la elaboración de los productos.

Aunque este año decidieron que sería un poco menos de producto. La gente aún no se anima a visitarlos, aunque confía en que a pesar de los cambios, los clientes lleguen para comprarles. “Esperamos que sepan que ya estamos puestos, para que nos visiten”, puntualiza.

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