Ni el color rojo del semáforo de riesgo epidemiológico de la Secretaría de Salud federal ni la prolongación del Escenario C detienen a los queretanos que salen a las calles.

El movimiento es notorio en las principales vialidades de la capital queretana, como Bernardo Quintana y 5 de Febrero, donde por momentos la circulación se vuelve lenta, a vuelta de rueda.

En el primer cuadro las calles están llenas de personas que salen de compras o a pasear.

Desde temprana hora del sábado, a pesar de los 363 nuevos casos de Covid-19 reportados el viernes 15 y los 28 decesos por la misma enfermedad ese día, los queretanos salen a pasear, a caminar por las calles del primer cuadro, con sus negocios abiertos, aunque con aforo limitado, para evitar que se aglomere la gente en su interior.

Entre las calles más transitadas por los peatones se encuentra Madero, donde sus negocios con diferentes productos, desde zapaterías, tiendas de ropa, hasta farmacias y paleterías, atraen a los clientes que buscan algún producto en especial.

La calle también se convierte en una vía para ir del jardín Guerrero al Zenea. En el primero, cerrado para evitar que la gente se reúna en sus espacios, hay pocas personas en sus inmediaciones. Los negocios de comida que se encuentran cerca permanecen abiertos, así como una peluquería con más de medio siglo de antiguedad.

En cambio, en el Zenea la gente se sienta en las bancas, a pesar de las cintas de “prohibido el paso”, que lucen como meros adornos a los costados de ese mobiliario.

La recomendación de salir sólo para lo necesario y una sola persona por familia, se queda en eso: una mera recomendación.

Los queretanos salen en familia, en grupos de dos o tres personas como mínimo. En el interior de las tiendas sólo se permite a una persona por familia o grupo, además de uso obligatorio de cubrebocas. Afuera es otra historia. Las personas esperan a sus familiares que entraron a comprar algo, y el cubrebocas no es esencial.

Los bancos que rodean al jardín Zenea son de los sitios más visitados, más este día por ser quincena. Las filas son largas. En la mayoría de las ocasiones no se respeta la sana distancia.

Los elementos de la policía municipal no prestan mucha atención a eso, no hacen exhortos para que las personas guarden una distancia de seguridad. Incluso, algunos clientes de los bancos fuman mientras esperan el momento de entrar a la zona de cajeros.

En otros lugares cercanos del primer cuadro, como las inmediaciones del mercado Hidalgo, sitio tradicional por sus locales de comida, así como por ser un lugar cómodo para comprar productos de primera necesidad para los vecinos de este centro de abasto, también es evidente el número de personas que caminan por las calles, pero son diferentes a las que pasean en el centro.

En la calle de Hidalgo se ve a personas que caminan en pareja o en solitario. Muchos adultos mayores llevan una bolsa de mandado en la mano ya sea vacía o llena.

Quienes hicieron ya sus compras vuelven a la seguridad de sus viviendas, mientras que quienes apenas van a comprar algo para la comida apuran el paso y evitan cruzarse en el camino de quienes se encuentran de frente.

Algunas otras personas salen a pasear a sus perros. Lo hacen en solitario y de manera rápida. En algunos negocios, como los dedicados a la venta de productos de limpieza, las personas hacen fila afuera de los mismos.

Tortillerías, pollerías y expendios de alimentos también están abiertos, pero los encargadas “despachan” de manera rápida para que no se junten muchas personas a su alrededor.

Las vialidades que salen del primer cuadro, como avenida Corregidora, se ven congestionadas. De la calle de Hidalgo a avenida Universidad se hacen casi 15 minutos, por esa vía.

Más allá de Universidad, sobre la misma Corregidora, en las inmediaciones del tradicional barrio de El Tepe, el movimiento es similar. En esta zona las personas que salen en familia no son muchas, aunque las hay. Se aprecia, poco después de mediodía un movimiento un tanto menor que otros días.

En la parada de transporte público que se ubica frente a la entrada del barrio la gente espera su ruta. Guardan su distancia, pero al final de cuentas, dentro de la unidad de transporte público la sana distancia no existe. El atraso de los camiones causa que los usuarios se acumulen y, al subir a las unidades, se llenen.

En los centros comerciales, como Plaza del Parque, los administradores marcan espacios para estacionamiento que no se pueden usar. En negocios de empresas prestadoras de servicios y en los bancos se hacen filas de aquellas personas que van a pagar ya sea sus tarjetas bancarias, sus servicios de telecomunicaciones o algún otro servicio.

Al igual que en los negocios del primer cuadro queretano, sólo se permite la entrada de una persona, tras haberse sanitizado las manos y haberse tomado la temperatura. La nueva normalidad se mezcla con la emergencia sanitaria.

Los queretanos siguen con sus vidas. La mayoría sabe que estar en la calle, donde hay muchas personas, puede ser mortal.

Algunas asumen el riesgo. Necesitan pagar servicios y comprar comida. Otros salen a pasear, sin necesidad de estar en la calle. “Para no aburrirse en la casa”, dice un hombre con sobrepeso mientras fuma un cigarro frente a la puerta de una plaza comercial.

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