Los tiempos actuales son complicados para todas las actividades económicas. Los voceadores no son la excepción y, en especial, este gremio ha sido duramente castigado por la contingencia sanitaria por el SARS CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, pues las ventas de diarios y revistas, de por sí en caída en los últimos años, actualmente se redujeron todavía más.

Néstor López García, representante de una Unión de Voceadores en la entidad, explica que la crisis sanitaria los afecta sobremanera, pues las ventas de revistas y periódicos se redujeron de manera considerable ya que durante los meses que lleva la pandemia las publicaciones dejaron o disminuyeron sus tirajes.

Asimismo, señala que muchos de los puestos tuvieron que cerrar porque son atendidos por adultos mayores, quienes debieron permanecer en casa para evitar el contagio y exponer la vida.

Néstor explica que muchos voceadores se dedican a este oficio por tradición familiar, pues tienen casos de familias que ya suman tres generaciones dedicadas a la venta de diarios.

La jornada de los voceadores comienza todos los días antes de las seis de la mañana, cuando tienen que acudir al local donde se distribuyen los periódicos, en avenida Universidad, donde casi todos los vendedores llegan para recoger los ejemplares y llevarlos hasta sus puestos.

Una visita en la mañana a ese lugar denota el trabajo que realizan. Se apresuran a recoger sus periódicos, a veces sin respetar la sana distancia o portar el cubrebocas, pese que muchas personas se reúnen en un lugar cerrado.

En tanto, Néstor comenta que aunque algunos puestos cerraron por meses durante la contingencia, la mayoría permanecieron abiertos, aunque las ventas se redujeron. Para “ajustar el gasto”, dice, desde hace mucho tiempo venden dulces, agua y refrescos, como una manera de hacerse de un dinero extra.

Indica que de un tiempo a la fecha las autoridades los han “conminado” a no vender otros productos, algo que han hecho durante muchos años.

“Como unas cinco administraciones [atrás] siempre nos han considerado. Nosotros nos dedicamos a trabajar, estamos ordenados, pero sí, la verdad, ahorita estamos en una situación que nos están perjudicando mucho. No nos dejan hacer nuestro trabajo”, comenta.

Es común observar en los puestos de revistas que muchos de ellos venden golosinas y bebidas. Algo que muchos de los ciudadanos agradecen, pues en ocasiones, por las prisas, no se puede pasar a una tienda para comprar un refresco o un mazapán.

Asimismo, dice que tienen unas licencias pendientes, que no han podido solucionar.

“Ahorita con esta emergencia sanitaria y toda la situación, se nos está complicando a todos los vendedores, tanto de otras organizaciones, como a los de los locales cerrados, luego con esto que no nos dejan desarrollar nuestro trabajo”, apunta Néstor, quien tiene casi 40 años dedicado a la venta de diarios y revistas.

Recuerda que ya les había pasado esta situación de emergencia, pero no de la magnitud que pasan actualmente, cuando también les prohíben vender otros productos fuera de las publicaciones impresas. Antes, agrega, podían platicar con los inspectores y las autoridades, lo que actualmente no han logrado.

“En otros casos sí nos apoyan. Ahorita si nos clausuran un puesto, nos lo liberan, pero luego con otro, y luego con otro. Nos han clausurado cuatro puestos. Uno estaba en el Hospital del Niño y la Mujer, otro en Zaragoza y Tolsá, y otro en la colonia El Rocío. Es una situación que se nos está complicando”, precisa.

Señala que la venta de dulces y bebidas se podría combinar con la venta de diarios, pues aunque muchas ocasiones las personas se acercan de manera inicial por un dulce o un refresco, podían comprar una revista o un diario.

Añade que hasta el momento ningún voceador a dado positivo a Covid-19. Muchos de ellos que son mayores o tienen alguna comorbilidad decidieron cerrar sus puestos y no salir a trabajar.

Néstor añade que algunos de sus compañeros sí cuentan con seguridad social, pero la mayoría no, por lo que también pedirían contar con servicios médicos.

“Nuestra principal preocupación es que nos sigan perjudicando, en el sentido de pasar a los puestos y amenazar con clausurar o recoger las cosas. Imagínate que nos recojan nuestras cosas. Una multa son como mil 500 pesos, para las cosas que se llevan, como que no se vale. Estamos organizados, tratamos de ponernos al día con nuestras licencias municipales, para no tener ningún problema, esa es nuestra finalidad: estar bien ordenados, para apoyar a las autoridades y no nos perjudiquen”, asevera.

El voceador puntualiza que desde el inicio de la pandemia sus ventas se redujeron 50%. Muchos periódicos dejaron de circular hasta el 50%. Algunas revistas no se imprimieron, apenas algunas comienzan a volver a tirarse nuevamente.

Sin embargo, el gremio se resiste a desaparecer, a pesar de la incertidumbre en el futuro.

“Esperamos que podamos seguir y que no tengamos que cerrar puestos. Al final son fuentes de trabajo y tenemos que defenderlos, por las familias”, acota.

Por su parte, el secretario de Gobierno del municipio capitalino, Apolinar Casillas, dijo: “Queremos respetar la función, el giro, la tradición de los voceadores, pero que entiendan que el giro de su licencia es voceador, no venta de cualquier otra cosa”, señala.

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