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“Piden no salir, pero uno qué come”: comerciante

Juan Manuel Guerra vende garbanza, y a pesar de que sabe del peligro de salir a la calle, señala que no puede dejar de trabajar por su familia

Foto: Domingo Valdez
19/04/2020 |09:52
Domingo Valdez
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Juan Manuel Guerra Ramírez vende garbanza en La Pradera. Dice que no puede parar de trabajar, pues tiene que mantener a su familia, que este mes crecerá, ya que tiene previsto que en abril nazca el bebé que espera junto con su esposa.

Las calles del fraccionamiento marquesino no lucen como en otros días. El número de personas que camina por las calles es sensiblemente menor que en otras ocasiones. La gente, en su gran mayoría, parece que acata las indicaciones de las autoridades, quienes piden a la gente no salir de casa debido a la contingencia sanitaria por el Covid-19.

Una ambulancia de Protección Civil de El Marqués pasa por las calles del fraccionamiento pidiendo, a través de un altavoz, que los habitantes que se queden en sus domicilios, que salgan lo estrictamente necesario y con las medidas sanitarias que corresponden a la emergencia.

En este panorama trabaja Juan Manuel, quien va acompañado de un chico, con quien recorre las calles de La Pradera.

Dice que desde hace cinco años se dedica a la venta de garbanza, elotes, jícamas y cacahuate. Ahora lo hace en La Pradera, pues es vecino del lugar y les es sencillo mover el triciclo para llevar sus productos por las calles.

Dos mujeres con tres niños se acercan a Juan Manuel. Piden elotes. Los pequeños comen con rapidez el alimento. A su alrededor pasan los vehículos y los autobuses de transporte público.

Salir para vivir

El único día que no trabaja Juan Manuel es el lunes. Para él no salir de casa representa no tener ingreso. “Dicen no salir de casa, pero uno qué come, amigo. Uno vive al día, pero ahora sí, como dicen, hay que tomar las precauciones requeridas.

“Aquí traigo mi jabón, mi gel antibacterial. Cada 10 minutos me lavo mis manos, porque es la salud de la gente y la salud mía, para darle de comer a mi familia, porque soy el único. Somos cinco. En 20 días va a nacer mi otro hijo, por eso también le ando dando, para sacarlo adelante. Me paro y cómo le compro sus pañales y su leche”, apunta.

Explica que anteriormente lo dejaban entrar con su esposa al hospital. Desde hace una semanas ya no puede entrar más que su pareja. El nacimiento será igual. Él no podrá ingresar debido a las medidas sanitarias que se toman ante la pandemia del Covid-19.

Su esposa le ha dicho que dentro del hospital han extremado las medidas de higiene, pues todo el personal, así como los pacientes, usan gel antibacterial y tratan de mantener totalmente sanitizado el recinto.

Un hombre se acerca a Juan Manuel y su triciclo. Pide cacahuates. Es cliente asiduo del comerciante, quien a través del tiempo que tiene de vender se ha hecho de sus clientes que son fieles a sus productos.

Juan Manuel dice que siente miedo de salir a la calle en estos momentos de la pandemia del Covid 19, pero no tiene opción. Debe de salir, al igual que muchos otros trabajadores independientes o vendedores que salen a buscar el sustento de su familia.

“A uno sí le da mucho miedo, pero como uno está al día, si no salgo qué les doy de comer, así sea poquito, o lo que sea. Ahorita, no quiera Dios que aquí les pase nada, ni a mí, para que salga para comer, porque somos tantos que estamos así. Mira, por ejemplo, a los albañiles, están igual que uno, qué comen. Ahora sí que hay que pedirle a Dios, y con las medidas de higiene”, sostiene.

Agrega que si fuera empleado en otro lado o “si fuera licenciado, en pura computadora, pero ni computadora tengo”.

Recorrer las calles de La Pradera le da una idea del cómo está el entorno y cómo se siente la gente ante la pandemia de Covid-19, y la manera en la que reacciona. Dice que una las calles, León, es de las más transitadas, pero en estos días luce desierta, como la mayoría de los negocios que están abiertos, aunque son pocos los habitantes que se ven a las calles.

Los que salen lo hacen de manera rápida. Van a la tortillería o la tienda a comprar lo que necesitan en sus domicilios. No hay calma, deben hacerlo rápido. Cuando dos personas se encuentran de frente, una de ellas baja de la acera, para mantener la distancia con la otra persona y evitar así un posible contagio, que en estos días se vuelve más alto.

De alto riesgo

Aun así, Juan Manuel sabe que debe de estar en la calle, mucho o poco que venda, debe estar afuera para dar de comer a su familia.

“Muchos se toman precauciones, pero hay muchos que deben salir. Como esa señora [señala a un mujer que pasa en la acera de enfrente] que no tiene esposo, ella debe de salir para arrimarle algo a sus hijos. Fuera uno abogado, maestro, te puedes quedar en casa, de plano. Pero uno que anda como los albañiles, no podemos hacer eso”, sostiene.

Juan Manuel vuelve al trabajo. Grita “¡hay garbaaaanza!”, y su voz se escucha a una cuadra, así puede alertar a los clientes que ya se acerca y puedan salir a comprar sus productos.

Son tiempos duros, agrega, pero debe de salir a trabajar y buscar el sustento para la familia en días donde debería guardarse, aunque no todos puedan tener ese privilegio.

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