La crisis económica detiene a Lorenzo Olvera, bolero de oficio, a participar en la peregrinación anual al Tepeyac. Solía acudir todos los años, pero esta ocasión la situación que atraviesa le impide hacer el viaje completo.

Es el mismo caso de Alicia, aunque en el caso de las mujeres peregrinas, éstas no caminarán a Tepeyac, al igual que los ciclistas, por recomendación de la Diócesis de Querétaro, para evitar casos de Covid-19.

Lorenzo señala que además del dinero que debe de llevar para sus gastos durante los días que estará fuera, debe dejar dinero para el gasto de la familia, un lujo que no puede darse.

Recuerda que en otros años, cuando la peregrinación duraba dos semanas, necesitaba al menos tres mil pesos para sus gastos de 15 días. Comidas y bebidas, baños, recuerdos para la familia y amigos, así como imprevistos y autobús de regreso.

Este año, la peregrinación tendrá una duración de siete días, del 17 al 24 de julio, pero como él, quizá muchos peregrinos estén pensando en no acudir al Tepeyac a pie. “Muchos hermanos murieron. A otros, la pandemia los dejó muy mal económicamente”, dice.

La Diócesis de Querétaro, en días pasados, precisó que los peregrinos son sólo aquellos que viajan dentro de los grupos que reconoce la misma organización, al tiempo de notificar que este año no habría salida desde la comunidad de Neblinas, sino de Cadereyta de Montes.

Antes, en un comunicado, el obispo de la Diócesis queretana, Fidencio López Plaza, informó que las mujeres y ciclistas harían el viaje al Tepeyac en vehículos, caminando sólo los hombres, ello para evitar más contagios de Covid-19.

Además, en esta ocasión se anunció que no habría peregrinación femenina, lo que cayó por sorpresa a las mujeres peregrinas que cada año caminan 213 kilómetros desde la ciudad de Querétaro o los 443 desde la comunidad de Neblinas, en Landa de Matamoros, hasta la Basílica de Guadalupe.

Alicia aún no entiende por qué las mujeres no peregrinarán como lo han hecho desde hace más de 60 años.

La comerciante señala que aún no habla con su jefa de grupo en su viaje al Tepeyac, pero que sí quiere hacer el viaje.

Aunque, al igual que Lorenzo, la situación económica es un freno. “No sé cómo le voy a hacer, aunque sea arañando [juntando dinero de un lado y de otro] por aquí y por allá, pero tengo que ir”, afirma.

“Hasta donde sé las mujeres no [van a peregrinar]. Yo había prometido irme hasta allá [Neblinas] para venirme caminando, pero no. Yo creo que ya ni voy a ir, porque mis piernas me duelen mucho. A lo mejor en un rato caminando, y en un rato en ancas, pero no, así no se me hace bueno”, comenta.

Dice que siempre ha sido directa, siempre ha hecho la peregrinación a pie, aunque eso conlleve un gasto mayor, eso a pesar de no tener el dinero suficiente para el viaje de, en esta ocasión, de una semana.

“Aunque me vaya de limosna, pero si hubiera [peregrinación] sí iba. De hecho yo le dije a una de mis compañeras que si se iba de contrabando, como se fueron cuando la influenza [en 2009] no sean gachas díganme. Cuando la influenza muchas [peregrinas] se fueron. Yo quiero ser desobediente”, atiza.

Alicia tiene fe y confianza en la Virgen de Guadalupe. Confía en que si las mujeres peregrinan como todo los años, no enfermarán de Covid-19, pues tienen la protección de la Guadalupana y de las vacunas.

Alicia indica que aún no sabe si peregrinará este año, a pesar del exhorto del obispo, quien señaló que como católicos deben practicar la obediencia. Apunta que muchas mujeres peregrinas también harán el viaje mezcladas con los hombres, como lo hicieron en 2009.

Sin embargo, reconoce que este año ella, al igual que Lorenzo, está “corta” de dinero. Señala que para peregrinar necesita una suma cercana a los 10 mil pesos, pues sólo de llevarles la maleta en un camión les cobran, por todo el trayecto, dos mil pesos. La alimentación, precisa, depende de los gustos y lo que se quiera comer.

También destaca que a las mujeres “siempre nos clavan más el colmillo”, cobrándoles más por todo, desde la comida, hasta el uso de baños durante el camino. Incluso, los distintivos de los grupos se los cobran a un precio mayor.

Un refresco de 600 mililitros, agrega, puede alcanzar un precio de 30 pesos. Uno más chico, puede costar 25 pesos.

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