En la avenida Tecnológico, el Covid-19 ya hizo acto de presencia, aunque en forma de piñata, gracias a la imaginación de Elizabeth Briseño, quien aprovecha la contingencia sanitaria para hacer la figura del virus y atraer clientes a su negocio que vive momentos de crisis.

“Tratamos de parodiar a veces lo que está al día. Ahorita no hay gente, pero aquí estamos bien puestos, para que sepan que en esta tienda de regalos está el coronavirus”, dice la creadora de la piñata color verde, con cubrebocas y ojos rasgados.

El local de Elizabeth está dedicado a los regalos y artículos para fiestas. Son momentos duros para su negocio, reconoce la mujer, quien a pesar de la situación trata de mantener el ánimo.

“Nos ha ido muy mal, estamos totalmente en recesión, pero tenemos que venir y que caiga lo que Dios quiera. Las ventas han bajado hasta 100%. Hay días que así como llegamos así nos vamos.

“Nuestro negocio es de reuniones y fiestas, entonces ahorita ni estudiantes, ni la población infantil. No se arriesgan”, abunda.

Elizabeth apunta que la crisis en su negocio viene desde la cuesta de enero, pero se recrudeció con la emergencia sanitaria del Covid-19.

Dice que no le queda “más que estar al pie del cañón, pues no creo que el Presidente diga: ‘Tengan, váyanse a su casa, ahí les va un cheque, una despensa’. No hay. Ser independiente es muy difícil”.

Destaca que quienes ya son clientes pasan e incluso se toman la foto con la piñata. Dice, a manera de broma, que si no se vende la piñata va a cobrar por tomarse fotos con la misma.

Hace un tiempo, cuenta Elizabeth, se hicieron famosos en ese local porque hicieron piñatas de parodia de Marcos Aguilar, exalcalde de Querétaro y actual diputado, pero es que “así somos los mexicanos. Ya ves que hasta la muerte lo tomamos en gracia, entonces todo lo que nos aflija hay que tomarlo con sentido del humor”.

Elizabeth precisa que ella es la fabricante de la piñata, artesanía que aprendió a elaborar hace 14 años, gracias a un proveedor que la inició en esa actividad.

Recuerda que cuando la situación es normal, las ventas son positivas, pues cada fin de semana no faltaba una fiesta o una reunión en la que se rompiera una piñata. Agrega que tiene público de todas las edades, desde niños hasta adultos.

“Nosotros no sólo fabricamos el personaje que está de moda o en la película de verano, también encargan piñatas hasta de la suegra, del profe de la escuela, sólo hay que traer la foto”, explica.

Elizabeth sonríe. No pierde la fe en que pronto termine la situación y las fiestas y reuniones regresen a la ciudad, que la gente vuelva a hacer bailes, que celebren cumpleaños y ocasiones especiales, en los que una piñata sea el centro de atención, con la figura del personaje de moda o el villano del momento. Hoy ese villano es microscópico y se ha ganado una piñata con su forma.

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