“Si nos vuelven a cerrar, no creo que aguante esta vez”, dice Eduardo Morales, encargado de un bar en el centro de la ciudad de Querétaro, ante la advertencia de las autoridades estatales de la llegada de una tercera ola de Covid-19, que pone en jaque lo ganado hasta ahora, en cuestión de salud, pero también de la economía de negocios que han tenido un año complicado.

El lugar tiene dos clientes al interior. Uno ocupa una mesa. El otro un lugar en la barra. La canción “Glory days”, de Bruce Springsteen, se escucha, Eduardo dice que no es bar, es centro botanero. Imágenes de Marilyn Monroe y actores de la época de oro del cine mexicano, completan el escenario.

Detrás de la barra, Eduardo prepara una michelada al cliente que come la botana que le lleva el joven encargado, quien dice que tiene 20 años dedicándose a este giro de negocios.

Eduardo dice que la emergencia sanitaria le ha pasado factura al negocio, pues ha tenido que prescindir de la mayor parte de su personal para sobrevivir.

Ahora, con la alerta que dan autoridades estatales y federales sobre una tercera ola de Covid-19, el panorama para este y otros negocios del mismo giro, se vuelve incierto.

“Sería un golpe bastante duro, porque apenas estamos recuperando un poco las ventas que hemos perdido. Cuando cambiamos a semáforo verde, aunque no nos mejoraron el horario, nos lo siguen restringiendo hasta las 11 de la noche. Cuando mi horario era a las tres de la mañana. Eso me ha afectado bastante porque la gente quiere seguir, pero los tengo que correr, porque sino me cierran y las multas son bastante elevadas”, explica.

Indica que un regreso al Escenario B o C, sería un retroceso catastrófico para él y otros de los llamados “antreros”, uno de los sectores más perjudicados y golpeados por la emergencia sanitaria, pues fueron de los primeros en cerrar y de los últimos en abrir.

“Apenas ahorita voy saliendo a flote con los gastos del lugar y gracias a Dios con las ganancias, pero si nos vuelven a cerrar no creo aguantar”, enfatiza.

El cliente que come en la mesa junto a la puerta pide la cuenta. Eduardo acude al llamado. No hay más empleados. Está él, una mujer en la cocina y un hombre que llega pasadas las dos de la tarde para apoyar.

Explica que durante la emergencia sanitaria no cerró, pues al ser un botanero, vendía comida para llevar, sin venta de alcohol. El “golpe” fue en la disminución de clientes que iban a su local.

“Durante la pandemia realmente no cerré, pero la afluencia de gente fue menor. De vender, por ejemplo, 2 mil pesos al día, vendía 100, 200 pesos al día. Me vi afectado. Tuve que correr personal. Me quedé con una señora en la cocina, cuando antes tenía cocinera, dos meseros (…) Actualmente no puedo dar ese lujo, porque no sale para los sueldos”, precisa.

Agrega que las cosas han mejorado poco a poco, aunque todavía no se pueden decir satisfechos con los resultados. A partir de que les permitieron abrir ha visto que la clientela regresa poco a poco. Por ello, un regreso al confinamiento sería terrible.

“Tengo muchos camaradas de bares que han tenido que cerrar sus negocios por lo mismo, o han tenido que subarrendarlos, para salir con los gastos. Nosotros, como empresa siempre tenemos un fondo para este tipo de emergencias.

El cliente de la barra le pide una cerveza a Eduardo. Rápidamente llega con dos. El cliente pide una michelada. Eduardo la prepara con habilidad en unos minutos.

También explica que para trabajar tuvo que reducir el número de mesas que podía tener dentro del lugar. Eso también afecta sus ingresos.

En otros años, para estas fechas, dice Eduardo, comenzaba a prepararse para las ventas de vacaciones de verano. Dependiendo de la primera quincena de asueto, podría estimar cómo estaría la temporada.

Este año, seguirá operando como hasta ahora, y dependiendo de cómo le vaya pidiendo el negocio, hará más compras.

Sin embargo, dice que aunque puede tener a 70 personas al interior del recinto, no permite que haya más de 50, para evitar que clausuren el local.

Eduardo sólo espera lo que digan las autoridades. Si ordenan que se vuelvan a cerrar los antros, por el aumento de casos de Covid por la tercera ola, no le quedará más que aceptar la disposición, pues no se puede dar el lujo de pagar una multa onerosa, que ponga en riesgo la sobrevivencia de su negocio.

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