Colón, Qro.-

Carlos Arturo Valencia creció entre aviones y aeropuertos; su padre era tractorista en Mexicana de Aviación, y por eso Carlos pasaba días enteros entre hangares y salas de abordar, soñando con ser como su padre y, por qué no, superarlo.

En ese entonces ni siquiera sospechaba que se convertiría en oficial de Operaciones Aéreas y que de él dependería el éxito en cada uno de los vuelos.

“El oficial de operaciones coordina combustible, cálculos de velocidad, el número de sobrecargos y pilotos, los alimentos y bebidas que suministran en el avión, servicios de aguas negras y agua potable en el avión, coordina la seguridad del equipaje y animales vivos, es el responsable de toda la coordinación de un vuelo”, comparte orgulloso de sus tareas.

Cuando Carlos comenzó a trabajar en el aeropuerto, tenía un plan perfectamente estructurado, primero sería trabajador general, después sobrecargo y finalmente se convertiría en piloto; sin embargo, la vida lo llevó hacia otros rumbos.

Supo de un curso de capacitación para convertirse en oficial de operaciones; hizo los trámites correspondientes y comenzó la aventura.

“Vengo de familia aeronáutica, trabajar en el aeropuerto siempre fue una opción para mí, comencé haciendo servicios en tierra, me encargaba de cargar y descargar el equipaje y el correo de las aeronaves, ahí fui explorando qué otras oportunidades había en otras áreas, yo no quería ser oficial de operaciones, yo quería ser piloto; sin embargo, se abrió una oportunidad para ser instructor y me llevaron al área de oficial de operaciones y obtuve mi licencia para Aeroméxico Servicios”, señala.

Alta responsabilidad

Con 16 años de trayectoria en el medio aeronáutico, de los cuales ocho años fue instructor de operaciones, explica en qué consiste su trabajo.

“Oficial de operaciones no es algo muy común o conocido entre las personas, cuando se habla de aviación generalmente se piensa en los pilotos, pero los oficiales de operaciones somos el as bajo la manga de toda aerolínea. Un oficial de operaciones debe conocer todas las áreas, es quien realiza, bajo destreza, conocimiento y habilidad, un plan de vuelo, él planea la ruta del avión, el nivel de vuelo, hace los cálculos de combustible y provee toda esta información incluso con reportes meteorológicos al piloto, para que él nada más ingrese estos datos a las computadoras del avión.

“Al oficial de operaciones también es común que los pasajeros lo vean con unas lamparitas acomodando a los aviones. Cuando se necesita desplazar una aeronave o remolcarla, ese también es nuestro trabajo, estamos en contacto con las torres de control, son trabajos que requieren licencia”, menciona Carlos.

Con orgullo cuenta que nunca ha vivido una situación de emergencia al momento de realizar su trabajo, pero advierte que los nervios y el estrés son el pan de cada día, por lo que se requiere de un perfil con altos niveles de autocontrol y disciplina.

“Ser oficial de operaciones es sumamente estresante en cuestión de tiempos, vez que llega un avión y en 25 minutos ya está de nuevo en el aire, debes ser ordenado, a veces se te juntan dos o tres aviones que deben salir y no puedes confundir los destinos”, asegura.

A Carlos le gusta describir a los oficiales de operaciones como los héroes anónimos de la aviación, porque aunque su trabajo es de vital importancia para el buen desarrollo de cualquier vuelo, generalmente están ocultos en las salas de control.

“Nosotros somos los ángeles de la guardia de los pasajeros y del piloto, porque si nosotros no planeamos bien los vuelos, podríamos ocasionar una catástrofe aérea”.

El sueño de volar

Aunque ser piloto era su sueño de la infancia, ser jefe de operaciones le ha cambiado la vida por completo y ha rebasado sus expectativas. Su trabajo lo obliga a subir al avión una vez al año para ir como observador en cabina, en lo que llaman “vuelo de familiarización”; sin embargo, su verdadera pasión está en el centro de control, donde se encarga de calcular la altura y la potencia necesaria para que un avión despegue, donde revisa las condiciones del clima y los espacios disponibles para los aterrizajes.

Su mayor satisfacción, comenta, es ver que gracias a cálculos y coordenadas, un piloto echa a volar correctamente un enorme avión.

“Me sentí orgulloso de mi trabajo desde que direccioné mi primer avión y le di instrucciones para el estacionamiento, los mismo sentí cuando hice mi primer despacho y vi que el avión despegó gracias a los cálculos que yo hice, me encanta hacer un plan de vuelo, monitorearlo y ver que llegó bien a su destino, esas son las grandes satisfacciones con las que te das cuenta que haces bien tu trabajo, no es algo que tus jefes te digan, es algo que tú sabes”, señala.

Al igual que los demás empleos relacionados con la aeronáutica, el trabajo de un oficial de operaciones tiene horarios muy complejos, en donde se trabaja en distintos turnos y que implica un alto nivel de concentración y responsabilidad.

Carlos se ha perdido varias fechas importantes como navidades en familia o los cumpleaños de su hijo; sin embargo, se dice orgulloso pues su familia ama su trabajo tanto como él.

Actualmente es instructor en el curso de Formación de Oficiales de Operaciones, en la Universidad Aeronáutica de Querétaro, donde prepara a los jóvenes que están interesados en la aviación.

“Lo que yo enseño a los jóvenes es a mantener el estrés, les dejamos bien en claro que este es un trabajo que no permite distracciones, a pesar de la tecnología y las redes sociales, por la cantidad de operaciones y el nivel de análisis no te permite revisar tus redes sociales mientras trabajas, eso no existe en un trabajo como este; hablamos de errores humanos y niveles de fatiga”, comenta el amante de la aviación.

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