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Natividad Santos preserva la tradición artesanal de vara y mimbre en Tequisquiapan

Natividad Santos es una de las tres personas en Tequis que mantiene vivo el oficio original; lamenta el regateo y que se pierda la tradición

FOTO. FERNANDO CAMACHO
13/10/2025 |07:07
Verónica Ruiz
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Desde hace más de 50 años, Natividad Santos Hernández, originaria del municipio de Tequisquiapan, Querétaro, realiza artesanía de vara y mimbre.

Fabrica tortilleros, servilleteros, dulceros, saleros, centros de mesa, y cualquier otro derivado de mimbre, mediante técnicas tradicionales que han sido transmitidas de generación en generación.

Aprendió a realizar esta artesanía desde los 10 años de edad por necesidad, y luego de que falleciera su padre, tuvo que ayudar a su mamá a sacar adelante a sus hermanos.

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“Aprendí por necesidad, nosotros nos quedamos sin papá, yo tenía 14 años y de ahí fue que tuve que trabajar, me enseñó mi mamá. Trabajamos en el campo y la artesanía”, comenta.

Hoy a sus 62 años de edad, destaca que gracias al trabajo artesanal, el cual disfruta mucho, hoy cuenta con un local y un patrimonio para su familia.

“Ahora le puedo decir que ya tengo un local en el parador artesanal, el presidente de Tequisquiapan nos ha apoyado con un espacio para exhibir nuestra artesanía, somos 172 artesanos”, comenta.

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Incluso señala que a través de la Casa Queretana de las Artesanías —que los ha apoyado muchísimo—, les llegan pedidos directamente a la Casa del Artesano de Tequisquiapan, donde laboran más de 500 artesanos y comerciantes.

“Hacemos los tortilleros para bodas, XV años, presentaciones, el mimbre nos lo venden natural, yo hago el proceso de pintar del color que quiera, rosa, azul, uno que es de payasito, como le nombran, son cinco colores: azul, verde, amarillo, morado y rojo”, explica.

Menciona que hacer esta artesanía es difícil en algún momento, debido a que se tiene que realizar cierta manipulación con los dedos, “pero el mimbre en sí, se moja y es muy flexible, entonces se puede manejar”.

También señala que gracias a la artesanía, le dio estudios a sus hijos: dos hijas y un hijo se recibieron en Ingeniería Industrial, y otra hija como maestra.

“De ahí hemos solventado gastos, pero sí, gracias a eso, le puedo decir que tengo la casa donde vivo con mi esposo y mis hijos”, comenta Natividad, quien se muestra orgullosa de ser artesana.

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La costumbre de regatear

En cuanto a costos, hay piezas desde 30 pesos —ya sea mayoreo o menudeo—, hasta piezas de 2 mil pesos o más, depende de la figura y el tamaño.

“Ya teniendo el mimbre ya preparado, que es emparejar, cortar y pintar, hacemos una pieza en máximo 15 minutos”, y otras requieren un día de trabajo, señala.

Piezas como las que hace su esposo, que son las gateras, los moisés, las lámparas y los columpios, son las que requieren más tiempo porque son de mayor tamaño.

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“Por ejemplo, los columpios, si es vara portuguesa, le sale en mil 800, hay unas lámparas grandes de dos mil pesos, es decir, depende de la figura”, explica.

Considera que hoy en día ésta es una de las artesanías que no se valora, porque siempre la están regateando.

Para poner el precio, “medimos tiempos, pesamos el material, y la creatividad, es el precio justo para nosotros, pero a veces todavía lo quieren pagar a menos”.

“Le digo a mi esposo, son cosas que no se echan a perder, gracias a Dios no estamos esperanzados a que si hoy vendí, hoy comí; ahí la podemos dejar, no pasa nada, hasta que nos paguen lo que pedimos”, menciona.

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Se pierde la tradición

Natividad señala que la artesanía de vara y mimbre es uno de los oficios que se están perdiendo, por diversas razones, una de ellas es porque los hijos ya no siguieron los pasos de los padres.

“Ya no hay mucha gente que lo hace por lo mismo de que, como el material viene de Singapur, hay veces que se escasea, y en la pandemia se fue mucha gente que lo hacía, aparte mucha gente lo dejó, se fue a trabajar fuera, se alargó el plazo y mejor le buscaron por otro lado”, dijo.

Comenta que hoy en día muchos artesanos hacen canastas y otros productos, pero solo tres artesanos en Tequisquiapan hacen dulceros, servilleteros, tortilleros y saleros.

“Lo que yo hago, es poca gente la que lo hace, somos como tres personas nada más”, refiere Natividad, quien agrega que por ejemplo en su caso, sus hijos no siguieron el oficio de hacer artesanía de vara y mimbre.

“En mi caso, el día que mi esposo y yo ya no podamos o faltemos, los hijos ya no [continuarán el oficio], ya cada quien tomó su camino y ya no seguirán la tradición”, mencionó.

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