En el corazón del municipio de Corregidora, un pequeño museo cautiva a los visitantes desde hace algunos meses. Se trata del museo en honor a Rubén González, caricaturista y escultor queretano con más de 40 años de trayectoria, aunque algunas personas también conocen el lugar como el Museo de la Caricatura.

En este colorido lugar, se aprecian algunos de los trazos más famosos del caricaturista, pero el atractivo principal son los cientos de figuras talladas en madera que posan sonrientes al interior de las vitrinas.

Son personajes internacionales, nacionales y queretanos, que con divertidas poses y grandes cabezas representan momentos importantes de la historia. Se puede apreciar por ejemplo a políticos como Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox y Ricardo Anaya, periodistas como Joaquín López Dóriga, artistas como Picasso y Beethoven, y no podían faltar personajes queretanos como Braulio Guerra, Blanca Pérez, Jesús Torres, Nicolás Olvera, entre otros.

El caricaturista comenta a EL UNIVERSAL Querétaro que tiene más de 600 piezas en existencia, aunque en el museo se exhiben alrededor de 150 de estas esculturas.

Para Rubén González, la creación del museo lo tomó por sorpresa, pues fue el último en enterarse. “Recibí la visita de la secretaría de Cultura, que personalmente vino a decirme que crearían un museo para exponer mi trabajo, lo agradecí mucho, para mí es un honor”, comenta entre risas el caricaturista y escultor.

El museo fue inaugurado por autoridades del gobierno del estado y del municipio de Corregidora hace apenas unos meses, el acto inaugural ocurrió en julio de este año. Se ubica en la calle Fray José Bermúdez No. 51-A, en la colonia El Pueblito.

Rubén inició su carrera como dibujante publicitario en un diario local de la ciudad de Querétaro, después se centró en la caricatura, plasmando la vida política y social del estado y el país.

Su habilidad para dibujar lo hizo ganador del Premio Estatal de Periodismo en 1988 con la caricatura “Atleta del año”; Eduardo del Río Rius lo incluyó en el “Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana”. También ha compartido espacio con artistas como Magú, Helio Flores, Trino, Naranjo, El Fisgón y Jis.

Alrededor del año 2000 comenzó a tallar algunas de sus caricaturas en 3D, con la madera como principal material de trabajo. Los temas variados de sus creaciones y la habilidad de su técnica lo llevaron a ganar el Premio Estatal de Artesanías en 2018.

“Yo no buscaba trabajo como dibujante o caricaturista, pero afortunadamente ese trabajo llegó a mí, porque un diario local se había quedado sin dibujante y entonces me lo ofrecieron. En ese momento yo sabía muy poco, pero poco a poco aprendes y perfeccionas tu trabajo. Yo me acuerdo que había días en los que no sabía ni de qué hablar, me salía a caminar por la Alameda, y pasaba horas y horas dando vueltas, observando a la gente, su comportamiento para inspirarme y dibujar la caricatura del día”.

“Con el paso de los años, ya no era necesario que estuviera en la oficina para elaborar mis caricaturas, me dieron la opción de trabajar desde mi casa, y como ya tenía más experiencia y había mejorado mucho mis técnicas, terminaba mi caricatura diaria muy rápido, después ya no sabía qué hacer con mi tiempo libre. Fue ahí que comencé las esculturas en madera, volver a empezar desde cero porque no sabía nada de técnica, pero eso me apasionaba, pasaba horas y horas, a veces en la noche o en la madrugada hasta encontrar la forma correcta de hacer este trabajo”, relata.

Rubén recuerda con timidez cómo elaboró su primera escultura en piedra, una pequeña calavera de no más de 15 centímetros; al ser su primer trabajo como escultor se sintió decepcionado, pero siguió adelante hasta perfeccionar su técnica.

Hoy sus esculturas son expuestas en el museo y algunas de ellas se roban la atención de los turistas, que intentan a toda costa comprar una de estas piezas.

“Cuando terminé esa primera escultura, en forma de una calavera, no era lo que yo me imaginaba, me sentí desanimado porque creí que no iba a quedar mi trabajo como lo imaginaba, aún así conservé esa primera escultura y no me di por vencido, seguí y seguí hasta que encontré el estilo que buscaba.

“La respuesta de la gente ha sido muy buena, el museo ha gustado mucho. Sí ha habido gente que quiere comprarme alguna escultura de las que están expuestas aquí, pero por ahora no están a la venta; una persona me insistió mucho por llevarse una escultura que le encantó y hasta se enojó, me dijo ‘usted es un egoista porque no quiere venderla, las quiere todas para usted’, pero yo digo que si están en el museo las piezas son de todos, y si las vendo van a ser de una sola persona, entonces el egoísta es él”, comenta entre risas.

Con sus más de 40 años de experiencia como caricaturista y escultor, Rubén González se resiste a implementar la tecnología en su trabajo. Con orgullo dice que cada una de sus caricaturas son artesanales pues lo hace sólo con tinta y papel.

Reconoce que hay muy buenos caricaturistas en el mundo, que utilizan herramientas modernas para ilustrar la realidad política y social del día a día, sin embargo, él prefiere ser fiel a su forma de trabajo.

“La computadora está muy bien, pero la computadora jamás va a superar tu mente y tu creatividad. Mis trabajos son hechos a mano, artesanales, sólo con tinta y papel. Soy fiel al concepto de la caricatura que dice un mensaje sin usar ni una sola letra”, expresa artista queretano.

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