Los pasillos del Mercado Hidalgo, en el centro de la ciudad, lucen limpios, a la entrada se sanitiza a los clientes que ingresan. Aunque el estado ya se encuentra en Escenario A, la gente, dicen los locatarios, todavía no regresa en los números que se registraban antes de la pandemia por Covid-19.

Socorro Vicente y Cecilia Galván, sirven dos platos. En el negocio de comida corrida que atienden la clientela aún no regresa en su totalidad. Cecilia comenta que el último año ha sido malo para sus ventas.

“Ahorita estamos trabajando a un 30%. Antes hacíamos cuatro kilos de arroz. Ahora estamos haciendo uno y medio, y luego ni se termina. Antes, en un día hacíamos 35 órdenes de mole. Ahora estamos preparando 10. Hacíamos 20, 30 filetes, y ahora estamos haciendo 10. Por eso digo que estamos trabajando al 30%”, comenta.

Agrega que estuvieron cerrados cinco meses durante el año pasado, sobreviviendo con lo poco que habían ahorrado. Además, tenían que pagar los permisos y licencias para operar.

Explica que los puestos son concesiones, pues tienen que hacer dictámenes de luz, gas, cursos de primeros auxilios. El monto total asciende a 7 mil pesos para renovar la licencia de funcionamiento.

Asegura que no hubo condonaciones por parte de las autoridades municipales, pues al considerarse negocios esenciales, “pero la verdad no tenía caso que nos presentaramos porque no había gente. Cerramos porque en un día sólo vendimos una comida. Llegamos a ese límite. Por eso decidimos cerrar”.

Ambas mujeres se apresuran para atender a un cliente que acude a almorzar. El comensal se instala en una de las mesitas frente al local, en donde es atendido. Le sirven un plato con arroz, mole y frijoles. De estas órdenes, actualmente venden a lo mucho 25, cuando antes llegaban a vender hasta 60.

Cecilia dice que el movimiento en el mercado actualmente está muy tranquilo. La gente no ha regresado como antes. Incluso, considera que con la entrada del Escenario A hubo una disminución de personas que acudían al mercado.

Agrega que las razones podrían ser las de toda la vida para el tradicional mercado: la falta de estacionamiento. Dice que los pocos clientes que llegan en automóvil apenas se detienen, pues llegan los oficiales de tránsito para infraccionarlos o moverlos. Situación que se agravó cuando se hizo la remodelación de la calle de Ezequiel Montes.

Cecilia comenta que en su local las especialidades varían de acuerdo al día. Los viernes son filete, y mole rojo. Miércoles es mole de olla; jueves, milanesa; martes, mole verde y los sábados, menudo.

Precisa que los locatarios del mercado están “desanimados, preocupados, estresados, de todo un poco. Muchos compañeros están cerrando. Quizá no quebraron, pero el barco no anda del todo bien (…) Sí tenemos poquito ahorrado y lo estamos invirtiendo en algo que realmente no nos está dejando, preferimos pasarla con eso poquito”.

La mujer pide a la ciudadanía que regrese, que aunque el mercado es pequeño, siempre está limpio, con comida del día y atención cordial.

Algunos de los puestos de comida permanecen cerrados. Son principalmente ellos, que son un número considerable dentro del mercado, los afectados. Otros puestos, los dedicados a la venta de carnes, verduras, abarrotes, lácteos y carnes frías, así como cerrajerías y jugueterías abren al público.

Sin embargo, las mujeres, principalmente adultas mayores, que vendían hortalizas en el pasillo de la entrada de la calle de Hidalgo lucen ausentes. Ellas aún no regresan a las actividades cotidianas.

En otro pasillo, María Aréchiga vende pan en su local. Con 16 años dedicada a la venta de este producto, dice que la comercialización del alimento apenas se va recuperando. Indica, al igual que Cecilia, que la falta de estacionamiento recrudece la situación de bajas ventas en el mercado.

Subraya que la gente puede encontrar en el mercado de todo, a buen precio e higiénico, porque la limpieza es una de las características del inmueble, que además es uno de los más antiguos de la ciudad de Querétaro.

José Luis Arana, vendedor de frutas y verduras, atiende a una clienta que arriba hasta su puesto. Pregunta el precio de las manzanas. La mujer toma seis, siete manzanas. El joven que trabaja en el puesto de José Luis pesa el producto y se lo entrega a la clienta.

El hombre dice que el último año ha sido malo, al igual que para todos los comerciantes. Durante el confinamiento, apunta, el mercado cerró dos de sus tres puertas, desfavoreciendo la llegada de clientes.

Las cosas aún no mejoran en el mercado tradicional. Indica que sus ventas cayeron hasta el 90%. Actualmente, las ventas son de alrededor 60%.

Agrega que muchos clientes ya no han regresado. Muchos porque fallecieron, pues eran adultos mayores que murieron por la pandemia o alguna otra causa debido a su edad.

Otros se cambiaron de domicilio. También por la pandemia muchos adultos mayores dejaron de acudir al mercado para evitar los contagios, dejando solos a los comerciantes, que aún no se recuperan del golpe dado por el Covid-19.

Añade que por suerte, ninguno de los locatarios del mercado enfermó de Covid-19, pues tomaron las medidas sanitarias adecuadas para evitar el contagio y seguir operando de manera regular y constante.

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