El cuerpo de Marcial Trejo arribó alrededor de la medianoche del miércoles a su natal Huajales, en Pinal de Amoles, Querétaro, en medio de una torrencial lluvia que parecía entender la tristeza de todos los que habitan en esta pequeña comunidad, situada en el corazón de la Sierra Gorda queretana.

Frente un arco de globos blancos con morado, decenas de personas están apostadas frente a la puerta y sacan arcos y coronas de flores; se suben a las camionetas que acompañarán la caravana que habrá de llevar los restos de Marcial hasta Ahuacatlán, una comunidad cercana en donde se encuentra el panteón en el que desde ayer jueves descansan sus restos.

Son las 10 de la mañana, se le lleva a misa en la pequeña capilla de la comunidad Huajales, desde donde salen los primeros vehículos, pero todos se orillan y esperan pacientemente el paso de la carroza fúnebre, que recorrerá los cerca de tres kilómetros que los separa del panteón de Ahuacatlán.

El pequeño panteón se ubica entre dos colinas, al fondo sólo se ven -a la distancia- las coloridas tumbas, una vez abajo, hay que cargar el cuerpo de Marcial para pasar sobre el puente que cruza el río para poder ingresar al panteón. Hay un pequeño espacio donde lo rodean de flores y realizan el último rezo para su eterno descanso.

La ceremonia no dura mucho tiempo, su familia lo acompaña vestida de blanco; su madre y sus hermanas evidencian el dolor que siente toda la comunidad, a pesar de que han pasado ya dos semanas desde que se conoció de la tragedia, hay quienes aún no pueden creer la noticia, pues no hubo tiempo de despedidas.

“De hecho de él no sabíamos que se había ido porque según [decía] que iba a sembrar, andaba haciendo un barbecho y de repente nada más lo perdimos, no supimos ni cuándo, hasta que nos enteramos de la noticia muy triste”, dice la tía de Marcial, Guadalupe Rubio.

Se muestra consternada, pero también preocupada, pues comenta que su esposo, el tío de Marcial, en muchas ocasiones también cruzó la frontera en busca del llamado “sueño americano” y hoy definitivamente dice que ya no lo dejará partir, pues reconoce los riesgos que eso significa.

Marcial ya descansa en la Sierra Gorda; murió a bordo del tráiler que trasladaba migrantes en Texas
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“Es desgarradora la verdad porque uno no se imagina eso, ellos se van con la intención de lograr algo. Cuando se van, pues se queda uno con el ‘Jesús en la boca’, porque uno no sabe si van a llegar a donde van a su destino, porque es muy peligroso, muy arriesgado”, agrega.

Don Agustín es padrino de Marcial y comenta que él se enteró de la muerte de su ahijado por la televisión, pues recuerda que desde joven, Marcial comenzó a perseguir el sueño americano y cuando “se van para el otro lado, deja uno de verlos”; sin embargo, lo recuerda como “un muchacho tranquilo”, del que nunca escuchó un mal comentario.

Para él, la noticia de la muerte de Marcial pega con más fuerza pues comenta que cinco de sus hijos están en Estados Unidos y pensar en una tragedia como esta no deja de sentirse como un infortunio personal.

“Se siente feo porque no quisiera uno que le pasara a nadie esas cosas y está uno pensando en su propia familia, en los que andan por allá o en los que se van también.

“Nunca había pasado algo así cerquita de aquí, así de esa manera no, porque es una manera de acabar desesperadamente, morir así, se siente feo, nada más de pensar en la desesperación que sufrieron”, comenta.

Para don Ciro Reséndiz, amigo de los padres de Marcial, lo ocurrido le trae a la memoria cuando él mismo buscaba el “sueño americano” y estuvo a punto de tener un final como el de Marcial.

Marcial ya descansa en la Sierra Gorda; murió a bordo del tráiler que trasladaba migrantes en Texas
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“Da tristeza porque uno va a buscar la vida y encuentra la muerte. Yo también una vez fui, por ahí de 1988 y ya me andaba muriendo también, no llevábamos oxígeno en una camioneta cerrada y ya mejor no volví”.

Marcial y su familia estuvieron acompañados de alrededor de 100 personas, entre familiares y amigos, quienes los cobijaron desde la caravana hasta el panteón, donde su esposa, Guadalupe Lizbeth Ramírez, asegura que el vacío que deja Marcial con su partida no lo podrá llenar nadie.

“Es un dolor muy grande que su partida no nos la va a llenar nadie, ni a mí ni a mi hija, no puedo hablar por los demás, pero nadie llena el hueco que deja él. Es un dolor inmenso que jamás pensé pasarlo, porque yo sentía que ya era grande, pero veo que la edad que tenemos, ni siquiera alcanzó a cumplir la edad, el 30 [de junio] cumplía 39 años”, agrega.

Marcial Trejo descansa ya en la tierra que lo vio nacer, donde su familia le da el último adiós, acompañado de sus más cercanos, de quienes lo vieron nacer y crecer en Huajales, pero sobre todo, queda en su tierra, con los suyos, entre los árboles y los caminos que alguna vez recorrió cuando estaba vivo.

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