En medio de un ambiente de tristeza e indignación, cientos de personas se reunieron ayer por la tarde para participar en una marcha silenciosa, exigiendo justicia por la masacre ocurrida en el bar Los Cantaritos, que dejó un saldo de 10 muertos el pasado 9 de noviembre.
La manifestación, convocada por activistas y académicos, inició a las 4 de la tarde en la Alameda Hidalgo, avanzando hacia el Barrio de La Cruz y culminando en la avenida Circunvalación, donde se encuentra el bar que fue escenario del ataque.
Portando velas y vestidos de blanco, los manifestantes caminaron en un ambiente solemne. En su mayoría, familiares de las víctimas y ciudadanos preocupados por la creciente inseguridad en Querétaro, se unieron al recorrido, que simbolizó un llamado urgente a las autoridades para frenar la violencia que ha sacudido a la capital. “Estamos aquí porque ya no podemos vivir con miedo, porque queremos un Querétaro seguro”, expresó Teresa García Gasca, exrectora de la UAQ y una de las organizadoras de la marcha.
El clamor de una hermana desconsolada
Durante el trayecto, la hermana de Carlos Gómez, una de las víctimas mortales del ataque, alzó la voz entre lágrimas: “En ellos (autoridades locales) nadie apoyó, por Dios. Nunca nos contactaron. Dicen que nosotros no quisimos, pero no es cierto, son puras mentiras, siempre”, reclamó frente a los asistentes que la escuchaban conmovidos.
Su testimonio reflejó el desamparo que sienten los familiares, quienes aseguran no haber recibido la ayuda prometida por el gobierno estatal y reclaman que sigan calificando de “ataque directo” a lo que es calificado como una masacre que cobró vidas inocentes.
El relato desgarrador continuó mientras recordaba las horas de angustia vividas el domingo pasado, cuando los familiares de las víctimas tuvieron que recoger los cuerpos de sus seres queridos en un clima general de consternación social y en un hecho inédito para la ciudad.
“Estuvimos desde las 9 de la mañana en la tierra, en el sol, esperando que nos entregaran su cuerpo. Dijeron que no tenían personal suficiente para las revisiones. Las familias estuvimos sufriendo, llorando en la tierra todo el día”, narró la hermana de Carlos Gómez.
La masacre en Los Cantaritos ha dejado no sólo una profunda herida en la comunidad, sino también un creciente sentimiento de frustración ante lo que muchos consideran una falta de acción por parte de las autoridades. “Es una burla el apoyo del gobierno, que es una mentira”, exclamó nuevamente la hermana de Carlos Gómez, quien señaló haber recibido sólo indiferencia de los funcionarios. “Nos tienen a puras mentiras diciendo que apoyan a las víctimas, pero no es cierto. Fuimos a hablar con el secretario de Gobierno y sólo se burlan”, lamentó.
El recorrido continuó hacia la Plaza de Fundadores, donde los manifestantes levantaron sus velas al aire en un acto simbólico para pedir justicia. “No queremos que este caso quede en el olvido como otros, como lo del estadio, lo de aquí y lo de allá. Querétaro merece respuestas”, expresó uno de los asistentes, mientras la marcha avanzaba en silencio.
La marcha también contó con la participación de Walter López, representante del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico, quien llamó a la ciudadanía a no quedarse callada ante la creciente ola de violencia. “No podemos permitir que Querétaro pierda la paz por la que siempre ha sido conocido. Exigimos que las autoridades actúen de manera inmediata y con resultados tangibles”, afirmó López frente al sitio del ataque.
Por su parte, la exrectora de la UAQ, Teresa García Gasca, añadió: “Esto no es un caso aislado; estamos viendo un incremento preocupante en la inseguridad. No podemos normalizar la violencia. Queremos un cambio real en las políticas de seguridad”.
Ambas figuras reiteraron la necesidad de un diálogo abierto con el gobernador Mauricio Kuri para encontrar soluciones efectivas que devuelvan la tranquilidad a los queretanos, pero que incluyan de lleno a la sociedad civil organizada.
Walter López llamó a la comunidad a mantenerse unida y activa en la lucha por un Querétaro seguro. “Esta marcha es sólo el inicio. No podemos ser indiferentes. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de exigir que se respete el Estado de derecho”. La exrectora García Gasca respaldó este mensaje, alentando a la participación ciudadana para “frenar la impunidad que alimenta la inseguridad”.
Agradecieron la participación de más de 27 organizaciones civiles que apoyaron la convocatoria, entre ellas el Frente Queretano, Ciencia y Sociedad, y Parlamento Abierto Ciudadano. “Estamos aquí para exigir un cambio. La seguridad no es un favor que nos hacen, es un derecho”, enfatizó uno de los voceros del colectivo.
Además, los manifestantes leyeron un pliego petitorio en las oficinas gubernamentales cercanas, donde exigieron al gobernador abrir un espacio de diálogo con la sociedad civil. “Queremos ser parte de la solución, no podemos dejar todo en manos de un gobierno que no nos ha protegido”, concluyó García Gasca.
Entre los asistentes se respiraba un aire de esperanza mezclado con dolor. Las velas encendidas iluminaron la avenida Circunvalación, frente al bar del que todo el país ha hablado la última semana, recordando a las víctimas que ya no están y a las familias que hoy lloran su ausencia.
“Nosotros le dimos a mi hermano la sepultura que se merece, pero no hay apoyo real del gobierno”, finalizó la hermana de Carlos Gómez, dejando claro que la comunidad queretana no bajará la voz hasta obtener justicia, siendo ya esta la tercera manifestación en contra de la violencia que los ciudadanos queretanos realizan para exigir que la ciudad vuelva a ser el lugar de paz que tanto se pregona.
La marcha silenciosa culminó con una oración colectiva por la paz y la seguridad en Querétaro. Las voces se unieron para pedir un alto a la violencia y la impunidad.
“No nos robarán la paz. Estamos aquí para exigir un Querétaro seguro para nuestras hijas e hijos”, concluyó Walter López, mientras los asistentes desfilaban de vuelta por las calles, dejando una estela de velas y un llamado a la acción que promete no apagarse pronto.