Todos los días por la mañana se le ve a Luis Giovaniee llegar al C4 de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal (SSPYTM), se levanta de su silla de ruedas, da unos pasos, abre la puerta de la dependencia, arrastra su silla, se sienta y se dirige hacia su escritorio, donde diariamente atiende a la población vulnerable de Corregidora.
Han pasado ocho años desde el trágico accidente que logró quitarle la vida por unos minutos y del que muchos médicos aseguraban que no volvería a caminar o mover su cuerpo.
Y hoy, Luis Giovaniee demuestra lo que la fuerza de voluntad, el trabajo diario y la disciplina pueden lograr.
Fue un viernes 13 de abril de 2014 cuando la vida de Luis Giovaniee De Vega Rubio dio un giro de 400 grados, como él mismo lo expresa, pues llevaba una vida exitosa, ejercía su profesión como ingeniero industrial en electromecánica y un trágico accidente automovilístico cambió todo como lo conocía.
Luis Giovaniee nació en Tijuana, Baja California; sin embargo, llegó a Querétaro hace 15 años para apoyar a su hermano, quien tenía una empresa en el estado en la que vendía y daba mantenimiento a maquinaria industrial.
El día que ocurrió el accidente se dirigía hacia Monterrey, Nuevo León, para brindar un servicio, viajé que, debido a la gran cantidad de herramientas y equipo que llevaba, decidió realizarlo por carretera.
“Iba de viaje a Monterrey y, por no ponerme el cinturón de seguridad, yo iba de copiloto, nos impactan por la parte trasera, nos impactan contra el muro de contención, volcamos como en las películas.
“Salgo disparado por la ventana, me golpeo la mandíbula en el tablero, me la fracturo, se me desprenden los dientes, se me atoran en la garganta, cuando salgo volando, caigo, lo que me comentan los paramédicos, y me fracturé todo el cuerpo, la rodilla derecha la tengo como en piedritas, si la doblo, la siento como grava”, explica.
Debido a la fractura de la mandíbula y los dientes que se le atoraron en la garganta, Luis Giovaniee falleció por falta de oxígeno; sin embargo, los paramédicos lograron revivirlo, aunque pasó dos meses en coma.
Narra que cuando despertó del coma se vio en cama, sin poderse mover del cuello hacia abajo, además de que se vio rodeado de “fierros por todos lados”, por lo que su primer pensamiento fue “ya valió”.
No obstante, asegura no haber llorado, pues a pesar de lo que se pudiera creer, fue consciente de que algo había pasado y que no se podía cambiar.
Luis Giovaniee detalla que, aunque el accidente fue en Monterrey, cuando él despertó del coma ya se encontraba en Querétaro y en una casa nueva, ya que tuvieron que mudarlo a un lugar que se ajustara a su nueva condición.
“Me apoyó, en su momento, el gobernador Pepe Calzada, con un avión y paramédicos, y recuerdo que hace poco me contaron que el avión lo adecuaron para poder traer a una persona en coma (…)
“Los médicos le decían a mi familia que no se preocupara tanto ni se enfocara en mí, porque si yo despertaba probablemente quedaba en estado vegetal. Mi traumatólogo me decía que no iba a caminar, que no iba a pararme de la cama”, recuerda De Vega Rubio.
Una vez que despertó, las rehabilitaciones comenzaron en Querétaro, y la terapeuta que lo atendió desde el principio terminó convirtiéndose en su esposa en enero de 2019.
Prácticamente tres años después de haber sufrido el accidente y una vez que había recuperado más movilidad en su cuerpo, ingresó su solicitud a un programa denominado Inclusión, Gente con Discapacidad, que era impulsado por el municipio de Corregidora.
Allí, señala, le realizaron un análisis de su perfil profesional e ingresó a la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, donde ahora se desempeña como analista de vinculación social en el área de Prevención del Delito.
No se da por vencido
En la actualidad, como trabajador de la dependencia, además de atender diariamente a víctimas vulnerables en el área, realiza trabajo administrativo e imparte pláticas de seguridad vial y el uso del cinturón de seguridad, desde niños de preescolar hasta la universidad.
“Imparto pláticas viales, uso del semáforo, de las paletas de alto y avanza, las vialidades en las escuelas y todo eso. Vamos y hacemos como un caminito para que los niños anden en su bicicleta y darles una consciencia de cómo es el alto y el avanza, los colores, su importancia.
“Yo imparto las pláticas de seguridad vial, porque por no traer el cinturón, haya o no haya accidentes, si usas el cinturón, hay más probabilidad de salir vivo”, detalla el tijuanense.
Asimismo, Luis Giovaniee se encuentra estudiando en la Escuela de Artes y Oficios la carrera de Serigrafía y Diseño, demostrando que no hay límites que lo detengan.
“No por tener una discapacidad te encierras, la gente piensa que se tiene que tirar al drama, pero yo soy muy luchón y no me dejo caer por cualquier cosa (…)”, sostiene.
Agrega que se ha preguntado “por qué me pasó esto, por qué si yo era exitoso, era deportista de alto rendimiento, pero más que aceptar, creo que no hay forma de aceptarlo, y creo que no lo voy a aceptar jamás, pero me adapto a la realidad”.
Hoy se muestra seguro de su fe hacia Dios y de que existe una misión para él en la Tierra, por lo que siguió con su vida pese a un accidente de la magnitud como el que tuvo.
“Sólo Dios sabe, lo siento más así, y no es porque trabaje aquí, pero yo siento que la misión que tenía para mí era trabajar en Seguridad Pública, porque, para bien o mal, el estar impartiendo pláticas y que la gente me conozca, porque los atiende alguien en silla de ruedas y les dice cómo estar más seguras, es algo lindo”, concluye.