Volver al semáforo rojo y cerrar los negocios sería la puntilla para muchos comerciantes que apenas lograron sobrevivir a la pandemia, afirma Romualdo Argais, comerciante del centro.

Propietario de un restaurante en la calle de Madero, señala que enfrenta dos encrucijadas: es restaurantero y se ubica en el Centro Histórico de Querétaro.

“Los restauranteros a nivel nacional son de los más golpeados, junto con el sector entretenimiento. Estar en el Centro Histórico todavía es sumarle más piedras al costal porque es donde hay más restricciones y donde más pesada está la seguridad de los inspectores”.

Indica que lleva casi un año trabajando con pérdidas, ni siquiera en equilibrio, pues muchos de los comerciantes deben “rascarle” a su patrimonio para mantener a flote sus comercios, aunque sea para pagar la nómina.

En el restaurante de Romualdo apenas dos mesas están ocupadas. En cada una hay una pareja. El resto están desocupadas. De éstas, la mayoría están clausuradas, no pueden ser ocupadas.

El lugar es amplio. La falta de clientes hace que se vea todavía más grande. Hay poco ruido. Romualdo dice que su sector es uno de los más afectados por la pandemia. De los primeros en cerrar y de los últimos en abrir.

“En otras situaciones es más fácil decirle a un trabajador, en una situación normal: ‘Sabes qué, hasta aquí, no nos acomodamos porque no trabajamos de la misma manera’, pero la situación es más fácil para los dos, porque de aquí puede brincar para otro trabajo.

“Pero a las personas que tienes que recortar, porque ya no tienes ni para su sueldo, sabes que no van a poder brincar a otro trabajo en una semana, en dos semanas, porque a qué restaurantes [van] de los que están abiertos, cuáles están contratando”, enfatiza.

Romualdo apunta que, tras cerrar por varios meses, abrió sus puertas nuevamente en junio. Tuvo que cumplir con las medidas sanitarias impuestas por las autoridades, aunque los aforos son insuficientes para poder obtener al menos un margen de ganancia.

Recuerda que incluso un domingo, el mejor día de ventas para la mayoría de los restauranteros, apenas logró obtener 300 pesos. Las ganancias son insuficientes para pagar una renta de 75 mil pesos mensuales y pagar la nómina con tantas personas, como antes de la pandemia.

Agrega que diciembre de 2020 no fue un buen mes para las ventas, pues la gente no gastó dinero, por la incertidumbre laboral que viven, por lo que en enero tenían un “guardadito”, pero que ni así las ventas repuntan.

Añade que durante este tiempo no recibió ningún tipo de apoyo o incentivo gubernamental. Tuvo que lidiar solo y sortear la crisis, hasta la fecha, que genera la pandemia de Covid-19.

Un caso similar vive Mahmoud Aly, propietario de una tienda de ropa y productos árabes, sobre la misma calle de Madero.

Dice que él también tuvo que despedir a trabajadores. De cinco empleados, se quedó con dos, además de estar atrasado con el pago a sus proveedores.

“Son dos dueños los propietarios del local que rento. Uno de ellos sí se portó bien conmigo. Me está cobrando su parte a 50%. El otro me dijo que es una situación general y que no tenía porque hacer esto [disminuir la renta temporalmente]. Nosotros cumplimos por nuestra parte las medidas. No hubo ningún apoyo para los comerciantes en el centro. Cuando ibas a hacer el trámite te pedían aval con una propiedad y era lo más complicado, porque 60% de nosotros no tenemos propiedad”, abunda.

Dice que son pequeños negocios, no son empresarios. Los trámites fueron más complicados de cumplir. Muchos negocios cerraron, no pudieron sobrevivir con los pagos de renta, principalmente. “Todavía siguen cerrando. Las ventas no son ni 10% de las que teníamos en una temporada normal. Antes había quienes vendían mil pesos por día. Ahora si venden 200 pesos es un milagro de Dios.

“La gente no ha gastado dinero porque no sabe a dónde va a parar esto”, sostiene.

Precisa que la situación no es favorable para ellos en el centro. Espera que esta pesadilla termine, luego de casi un año de la emergencia sanitaria provocada por la Covid-19.

Romualdo añade que su situación también afecta la cadena de suministros. Ha tenido que reducir la compra de insumos para la preparación de alimentos.

Es consciente que los mismos gobiernos están siendo muy castigados por la disminución de recaudación, por lo que los apoyos económicos no pueden ser tan viables. Pero dice que los pueden apoyar de otra manera, que sean más estrictos con los restaurantes, que quienes cumplan sigan abiertos y les permitan operar con los horarios habituales, que la gente sepa que los que están abiertos es porque cumplen con ciertas normas y que les den más apertura, en los aforos no, porque es una cuestión de salud, pero que les permitan trabajar más horas y atender los domingos.

“Sólo es que nos dejen regresar al otro horario, y que a los clientes les den la confianza que los negocios que están abiertos es porque cumplen, que la gente se anime a gastar.

“Eso se traduce luego, luego en puestos de trabajo, en gente que va a llevar dinero a su casa, un mercado de Abastos más movido, en una cadenita”, indica.

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