Con el peso de una tradición charra centenaria en las espaldas significó para Rocío Díaz Hernández el impulso que necesitaba para crecer. Pertenecer a una familia que siempre formó parte de charros fue el trampolín para su éxito. Con su voz única, es la primera mujer en haber sido elegida locutora oficial de la Federación Mexicana de Charrería.
Como recuerda Rocío, la charrería siempre ha dado un espacio a la mujer, particularmente en roles deportivos. Las mujeres han brillado montando en la escaramuza (conjunto ecuestre femenino que realiza coreografías con música de fondo), como entrenadoras y reinas. Pero Rocío ha ido más allá.
“Me toca ser parteaguas para empoderar a la mujer en un ambiente tan especial como es la charrería, en donde, ciertamente, se le da a la mujer su espacio como deportista dentro de las jóvenes que montan en escaramuza, como entrenadoras, como reinas… pero a mí me toca ser la cara, la mujer que habla dentro del ambiente nacional y creo que esta es una oportunidad muy especial”, explica.
Rocío es también pionera narrando en vivo las presentaciones de la escaramuza dentro del lienzo charro. Su debut fue en el campeonato millonario de Guadalajara, y desde entonces ha conducido semifinales y finales de escaramuzas en diversos campeonatos nacionales.
“La charrería nace en las grandes haciendas como parte del trabajo cotidiano, pero ha evolucionado increíblemente”, señala, al recordar que esto se debe también a la evolución en redes sociales, y su trabajo como conductora, productora y comunicadora le ha dado la oportunidad de narrar torneos, pero también de dar a conocer sitios emblemáticos, gastronomías regionales y personas increíbles.
No llegó aquí por accidente. Estudió Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Esto la llevó a entrar al mundo del modelaje y a entrenarse como conductora y maestra de oratoria. En 1995 fue invitada por el gobernador del estado de Zacatecas, Arturo Romo, a conducir los eventos protocolarios del Congreso y Campeonato Nacional Charro.
Para 1997, ya grandes cadenas nacionales e internacionales la invitaban a narrar torneos y su carrera tomó un impulso aún mayor con la llegada de las redes sociales. Además de narrar, es productora de cápsulas turísticas que han significado que cada vez más personas volteen a ver una tradición que ha estado en México una centuria, pero que ahora es más fácil ver y disfrutar.
Como explica Rocío, mientras que la charrería sigue siendo una tradición fuerte en México, la Federación ha cruzado fronteras con 18 estados de la Unión Americana adoptando esta tradición. Y Rocío, con su experiencia en medios y difusión, está justo en el centro, llevando esta tradición al siguiente nivel.
“Lo que hago es abrir las puertas para que la gente pueda encontrar su propio camino. Siempre he dicho que la esencia la tiene uno mismo”, reflexiona. Y es que Rocío no es sólo conductora, es además maestra de locución y modelaje, convirtiéndose así, además de un ejemplo, en una promotora viviente de conocimiento.
Pero este camino no ha estado exento de desafíos y uno de ellos es su indumentaria tradicional. Prepararse para eventos largos es un proceso meticuloso. Desde seleccionar y cuidar cada detalle de su vestimenta, hasta asegurarse de no repetir atuendos. Rocío entiende la importancia de la presentación, del mensaje y de conectar con su audiencia.
“Traigo más de 50 cambios de adelita, un traje de tehuana, traigo tres trajes de china poblana. Entonces, es a cada traje su rebozo que le haga juego, las botas también, varios juegos de faldillas para que los vestidos se vean espectaculares, tenerlos perfectamente bien planchados, que no les falte ningún botón y la joyería”, explica.
Son ya 30 años de carrera, 100 de historia familiar y muchos más de una herencia que deja en sus hijos y sus alumnos. Sin embargo, para Rocío aún falta mucho, mucho por aprender, por vivir, por enseñar y por proyectar. Por ahora, es común verla en torneos por todo el país, incluidos los que se realizan en el rancho El Pitayo, al norte de la capital de Querétaro, además de su participación en diciembre en la Feria Ganadera de Querétaro, celebrando 90 años de la fundación de la Federación.
“Traigo un proyecto muy interesante también de museografía. Vaya, hay muchas, muchas cosas que todavía me quedan por hacer. Y bueno, pues la realización creo que la hacemos día a día. Yo me levanto, le doy gracias a Dios, me pongo divina y salgo a darlo todo y a sonreír, a aprender y a mostrar lo que he aprendido en el camino”, subraya.
La historia de Rocío Díaz Hernández es un claro ejemplo de cómo la pasión, el esfuerzo y el respeto por la tradición pueden llevar a romper barreras y a conectar con el mundo. Y en esta nueva era digital, la charrería tiene un renacimiento, conquistando corazones más allá de las fronteras, físicas y digitales, todo de la mano de esta charra.