Bryan Misael Miranda no acaba de atender a un cliente cuando ya llega otro. Estos días son intensos para él y su compañera de ventas, Esmeralda González, quienes se instalaron a un costado del Circuito Universidades a vender artículos alusivos a las fiestas patrias.

El joven vendedor, originario de Temoaya, Estado de México, dice que para hoy aún se esperan mejores ventas.

A un costado de su puesto se hace una fila de seis automóviles, cuyos conductores se detienen a preguntar por los precios de las banderas, vestidos, blusas, collares, rehiletes, pendones y demás artículos que se ofrecen para conmemorar el 112 Aniversario del inicio de la lucha de Independencia de México.

Una joven mujer pregunta por las blusas de manta, decoradas con flores multicolores. Pregunta por una talla en especial para una niña. “Llévesela ahorita. Al rato ya no va estar. Va a volar”, dice el joven vendedor a la clienta para convencerla. Al final, la mujer se decide y compra la blusa.

En tanto, Esmeralda atiende a otro cliente, quien desde su camioneta pregunta por los sombreros de charro. La vendedora lleva algunos de diferentes medidas, todas para niños. El dilema del comprador es elegir el color del sombrero: rojo o guinda.

Bryan dice que este año les está yendo “más o menos bien. Ya hemos vendido antes aquí. Ya tenemos como 17 años vendiendo aquí”.

Señala que esta temporada no ha sido mala. Y este 15 de septiembre, aún espera que las ventas sean mejores que el resto de los días, pues hay personas que de última hora compran sus adornos por ser el “mero día”.

“Todo esto es artesanal. Todo lo hacemos nosotros (en Temoaya). No somos como los chinos que lo hacen con sus máquinas. En esa bandera (señala la más grande que exhibe) nos tardamos cuatro meses. Nos tardamos también para hacer los sombreros”, explica.

La jornada para Bryan y Esmeralda es larga, pues comienzan a vender a las siete de la mañana y terminan a las 11 de la noche. En el puesto preparan su comida, para no ausentarse o cerrar.

Los vendedores colocan las banderas y rehiletes a lo largo de un espacio amplio a un costado del camellón. Las banderas colocadas en filas destacan en el verde de la vegetación y el azul del cielo despejado, ofreciendo una vista que enciende el fervor patrio de quienes pasan y ven el puesto, ello a pesar de no detenerse a comprar. Algunos bajan la velocidad para ver mejor los lábaros patrios.

Otra joven mujer desciende de su vehículo y pregunta por la ropa para niña. “Es de cuatro años”, comenta la potencial clienta, quien mira con atención las blusas. Se decide por una en color blanco.

Esmeralda comenta que tiene 10 años vendiendo productos para las fiestas septembrinas y asegura que cada año les va un poco mejor que el otro.

Hay días que son mejores y nunca han dejado de vender los productos. Aunque hay jornadas en las que sacan sólo para la comida. Indica que se instalaron desde el pasado 27 de agosto, vendiendo por casi 20 días en el lugar.

Contrario a lo que se puede pensar, el sitio cuenta con una ubicación estratégica, pues los clientes se pueden estacionar sin problema y ellos, como comerciantes, pueden extender su mercancía para lucirla más.

Asimismo, los residentes de los fraccionamientos de la zona aseguran el paso constante de automovilistas y potenciales clientes. También a lo largo del Anillo Vial Fray Junípero Serra se instalan más vendedores de banderas, principalmente entre el centro comercial Paseo Querétaro y el fraccionamiento La Pradera, aunque en la mayoría de los mismos, detenerse es más complicado, por estar casi “a pie” de carretera.

Es una ventaja para Bryan y Esmeralda. Son el único puesto de artículos patrios en la zona y son muy visibles, incluso a la distancia. Metros más adelante, está el hospital del IMSS en El Marqués.

Dos menores de edad, de entre tres y cinco años de edad, acompañan a los jóvenes. Esmeralda, dice Bryan, es esposa de su primo. El mayor de los niños participa de manera activa en las ventas, pues pregunta a los clientes qué buscan o qué producto quieren.

Algunas clientas entran al puesto, donde están los accesorios decorativos, como listones, aretes, incluso pestañas y uñas postizas tricolores.

Además, ofrecen tambores y guitarras para los más pequeños, sin dejar de lado las tradicionales trompetas y matracas, para hacer bulla durante esta noche del Grito.

Un hombre lleva varios productos de este tipo. Destacan los collares verdes, blancos y rojos.

Una pareja joven también llega. Pregunta por los sombreros de palma decorados con los colores patrios. Les preguntan si son para niños o para adultos, pues de estos productos hay varias medidas. Dicen que para adultos. Luego de unos minutos, se deciden y se retiran con sus sombreros, con los cuales darán color a la fiesta de esta noche de 15 de septiembre.

Los clientes de Esmerada y Bryan son ejemplo de que los queretanos, luego de dos años de emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19, de encierro, de no celebrar el nacimiento de México como nación libre, este año, con las medidas sanitarias más relajadas, aunque con la presencia aún del virus, quieren celebrar, tener un momento de reunión familiar o con amigos, como hace mucho no se tenía.

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