Amante de la música rock, la lectura y con una gran devoción a la Virgen de Guadalupe, así era José Luis Paredón Cornejo, quien el domingo pasado perdió la vida cuando una roca se desprendió del cerro del Tepeyac.
Peregrino por más de 50 años, José Luis vivió una parte de su vida en la Ciudad de México, pues estudió en la UNAM. La cultura adquirida durante su estancia en la universidad le permitió que fuera un hombre con una gran conversación, dice su sobrino Luis Enrique Fuentes Ramírez.
Narra que José Luis, quien el 20 de junio pasado había cumplido 76 años, fue hijo de Rafael Paredón Avilés, conocido como El chulo, taxista pionero del sitio Goya. Su madre fue Julia Cornejo Gamboa, reconocida y muy querida en Querétaro.
José Luis fue el octavo de nueve hermanos y sólo sobreviven tres: María Elena, Manuel y Rafael. Sus otras hermanas, quienes ya fallecieron, son Dolores, Antonia, Josefina, Juanita y Yolanda, apunta.
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“José Luis Paredón nació en Querétaro el 20 de junio de 1949, en la calle de Independencia, en el número 45, casa que años después compraría el gobierno del estado, en los tiempos del gobernador Rafael Camacho Guzmán, y que adquirieron para que fuera la Casa de Gobierno, para que residieran los mandatarios estatales. En esa casa creció y vivió su juventud”, indica su sobrino.
José Luis migró a la Ciudad de México para ingresar a la UNAM, donde estudió tres carreras: Derecho, psicología y contabilidad. En ninguna se tituló. En Querétaro estudió en la Escuela Normal del Estado, buscando ser maestro, aunque tampoco logró concluir sus estudios.
Sin embargo, todo lo aprendido en las aulas dieron a José Luis una cultura general amplia. “Le encantaba leer. La mayor parte de su tiempo lo destinaba a la lectura. De sus carreras universitarias no se tituló, pero la mayor de ellas las cursó. Trabajó en el Diario de Querétaro como corrector de estilo, invitado por su cuñado, Manuel Ramírez Espinoza, El Charol, quien era jefe de talleres en ese periódico. También se dedicó, como su papá a ser taxista, alrededor de 20 años, cuando regresó de la Ciudad de México”, precisa.
“Era un asiduo al rock and roll. Me dicen mis tíos que le encantaban grupos como Black Sabbath, The beatles, Janis Joplin, Bob Dylan, Ozzy Osborne. Le gustaba toda esta música y la contagiaba a sus sobrinos. Era un apasionado lector. Hasta sus últimos días los destinó a la lectura y a la oración”.
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Su otra faceta, la religiosa, también inició hace muchos años. A su regreso a Querétaro se integró al Movimiento de Renovación Carismática Católica, donde fue evangelizador en el templo de La Cruz, y en donde participó por más de 20 años en un servicio a la iglesia católica.
La vocación de servicio era parte de su personalidad, dice Luis Enrique. “Nunca buscaba el reflector. Siempre llegaba y preguntaba en qué ayudaba o en qué apoyaba. Nunca buscaba que le dieran un cargo, pero quienes lo conocieron y que ahorita lo comentan mucho en redes sociales, dicen que fue un instrumento del Señor para formar un ejército de evangelizadores del Santuario de La Cruz de los Milagros. Así textual lo ponen: Un hombre con abundante conocimiento y sapiencia de Dios”.
Como peregrino, los más de 50 años en los que fue al Tepeyac fueron al lado de su hermano, el periodista Manuel Paredón Cornejo.
José Luis fue uno de los fundadores del Grupo Universidad, que integraba a estudiantes de la UAQ, cuando fue obispo Alfonso Toriz Cobián, quien impulsó a estudiantes para que fueran peregrinos guadalupanos. Posteriormente, formó parte del Grupo de la Santa Cruz, con los que llegaba a caminar.
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“Un peregrino muy querido por quienes caminaron con él, por quienes lo conocieron y logró más de 50 años de peregrino guadalupano. Le dieron su medalla de peregrino hace seis, siete años. Nunca dejó de asistir. Quizá en alguna ocasión por enfermedad, pero siempre era su espacio de visitar a la Virgen de Guadalupe año con año”.
La noticia de su deceso fue sorpresiva para la familia, pero los llega a reconfortar que fue en un espacio en el cual José Luis le dedicó mucho tiempo y espiritualidad. “Nada repara la pérdida como familia, pero creemos que también fue parte del regalo de Dios que como peregrino guadalupano quiso tener”.
Hasta el momento no se tiene contemplado algún homenaje por parte de los grupos de peregrinos. Luis Enrique agradece a la Coordinación Estatal de Protección Civil por el apoyo que brindaron ante este lamentable hecho.