Querétaro.

Carol sube a Tiznado con gusto. Después de meses de confinamiento y unas vacaciones de fin de año, la menor, de siete años de edad, regresa a su equinoterapia, actividad que practica para mejorar algunos rasgos de su personalidad, dice Ana Castro, madre de la niña, mientras Iyalli de la Vega Castro, explica que la terapia con los caballos ayuda a equilibrar a los niños, más en estos tiempos en donde el confinamiento y las noticias de la pandemia provocada por el virus del SARS-CoV-2 preocupan y atemorizan a la población.

Ana Castro, madre de Carol, observa a la distancia a su hija mientras monta a Tiznado, caballo dócil que se deja llevar con suavidad por la menor.

“Carol es una niña muy sensible. Todo mundo decía que era muy temerosa. Le encanta montar a caballo, le da tranquilidad y le da disciplina. Con la maestra [Iyalli] ha experimentado muchas cosas nuevas. Tenemos aproximadamente como siete meses que empezamos y Carol ha estado más tranquila, también se siente más segura”, abunda la madre.

La menor hace algunos ejercicios mientras monta a Tiznado. En algunos momentos suelta las riendas del caballo mientras éste galopa. La seguridad de la niña es evidente, mientras Iyalli de la Vega observa el ejercicio y aprueba el desarrollo del mismo.

Desde la calle las personas que pasan observan a la menor montando al caballo que galopa en el potrero de manera rítmica.

Ana recuerda que en una clase Carol cayó del caballo, “uno como mamá piensa: tiene siete años, piensa que no va más. Se cayó del caballo y enseguida volvió a subirse. Le pregunté cómo estaba. Me dijo que bien. En algún momento tenía que pasar. Le gusta mucho estar en el caballo. Se siente muy tranquila cuando viene y me pide que por favor no la deje de traer”.

Hipoterapia: una rehabilitación alterna
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Carol acude dos veces por semana a montar por casi una hora. Por lo regular acude por las tardes, y salvo las últimas semanas del año, no falta.

Como muchos padres, dice Ana, experimentaron con clases de ballet, música, pintura, pero lo que le gustó más a Carol, fue montar a caballo.

Ana dice que para la extroversión de su hija la terapia con caballos ha sido de gran ayuda, pues sus cambios son notorios. “En contacto con la naturaleza a ella le sirve de mucho, porque el encierro [por la emergencia sanitaria del Covid-19] les empieza a generar mucha ansiedad”.

Señala que salir dos veces por semana a montar ha ayudado a Carol a no sentirse tan estresada por el encierro, además de que ha mejorado mucho en su personalidad, por el estímulo que recibe del caballo. Las ventajas las nota Ana en su hija.

En tanto, Iyalli de la Vega explica que para regresar a las actividades y las terapias, todo lo maneja con cita, para evitar que se junten varias personas en el lugar, pese a estar al aire libre y contar con mucho espacio.

“La gran ventaja de las terapias es que son al aire libre. Otra es que prácticamente nuestro acercamiento con los pacientes es poco, salvo los bebés, porque me monto yo con el bebé o con el niño que no sabe manejar el caballo, pero la mayoría montan solos. La distancia que manejamos es de más de un metro”, indica.

Los meses más complicados, dice Iyalli, fueron los del confinamiento, cuando todas las actividades se suspendieron.

Hipoterapia: una rehabilitación alterna
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Cuando se comenzó la reapertura e iniciaron algunas actividades bajo la nueva normalidad, poco a poco regresaron los pacientes a sus terapias.

Señala que “tenemos de todo tipo de personas que acuden. Tenemos personas adultas. Nuestra alumna más grande tiene 62 años. Tenemos otro de 32. Tenemos desde adultos que vienen a tomar la clase. Como tenemos equiyoga lo ven como una actividad. No lo ven sólo como subirse al caballo”.

“Trabajamos lo que es fuerza, equilibrio, coordinación, respiración, relajación, muchas otras cosas”, señala Iyalli.

Trabajamos con personas que quieran venir a tomar la clase, hasta niños con Asperger, autismo, síndrome de Down, retraso psicomotor. Tenemos un señor que tiene Parkinson. Tenemos también para los bebés estimulación temprana. Prácticamente son bebés de ocho meses, año y medio, dos años. Aquí hacemos la estimulación temprana a través de los caballos”, explica.

Dice que para los niños con alguna patología y algún grado de estrés o ansiedad, el encierro por la emergencia sanitaria se vuelve más grave que para un adulto, que en teoría puede lidiar mejor con estas situaciones.

“Muchos niños que tienen hiperactividad, déficit de atención, ni se diga. Todo el día están con el encierro. La equitación ha sido una terapia que les ha servido, porque primero, se cansan; segundo, los relaja, y tercero trabajamos varias áreas físicas y cognitivas”, abunda.

Iyalli de la Vega, sicóloga de profesión y amante de los caballos, comenzó hace nueve años con las terapias en Rehabilitación Personal con Interacción Equina (Repine). El interés comenzó cuando hizo su servicio social con la persona que introdujo a Querétaro la terapia con caballos, para luego ella tomar las riendas de su proyecto y seguir adelante con el mismo, además de actualizarse y certificarse para brindar la actividad.

Carol desciende de Tiznado y corre por una manzana. El caballo ya sabe o intuye lo que vendrá. Busca delicadamente en la pequeña mano, el fruto. Tras comerlo, se revuelca en la tierra unos minutos. La menor, aunque cansada, no para de sonreír, mientras Tiznado se relaja.

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